/Elementos para reflexionar sobre la ampliación al derecho de la educación a partir de las – experiencias del sistema educativo durante la pandemia por covid-19

Elementos para reflexionar sobre la ampliación al derecho de la educación a partir de las – experiencias del sistema educativo durante la pandemia por covid-19

Manuel Yeiko Cortes Cardenas, José Alejandro González Celia,
Esperanza López Reyes, Gloria Mora Mancipe
Universidad Externado de Colombia

Atendiendo la invitación de la revista Politeknik para realizar aportes a la discusión sobre la ampliación del derecho a la educación, y como investigadores de la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Externado de Colombia (Bogotá), queremos aprovechar el espacio para compartir algunas reflexiones sobre el impacto de la pandemia del Covid-19 en el derecho educativo, que surgen del proyecto de investigación Cambios en la práctica educativa en medio de la pandemia de los egresados de las maestrías en educación de la facultad de educación del externado. En este artículo se reflexiona sobre dos aspectos relacionados con una posible ampliación del derecho a la educación: el acceso y uso de herramientas tecnológicas y la atención a la inteligencia emocional.

Introducción. La pandemia de
Covid-19: suspensión del derecho a la educación
A partir de marzo de 2020 los colegios colombianos, al igual que los de todo el mundo, suspendieron clases debido al riesgo que implicaba el contacto personal cercano para la transmisión del virus del Covid-19. El país entró en un estado al que podría referirse como suspensión del derecho a la educación: de un momento para otro los niños y las niñas se quedaron sin colegio, no podían recibir la formación de sus profesores y se les impidió verse con sus compañeros. Este escenario de no-educación, sacó a relucir no solamente las brechas tecnológicas que hacen parte de la realidad realidad de nuestro país, sino también la diferencia entre la calidad y pertinencia de la educación que se ofrece en las instituciones rurales y urbanas o públicas y privadas.

La pandemia del Covid-19 desnudó aspectos cruciales de la forma en que se está garantizando el derecho a la educación en nuestro país, sin embargo, el afán de volver a hacer las cosas como antes de la pandemia (“volver a la normalidad” lo han llamado algunos) no ha permitido realizar un análisis sobre esos aspectos (González, López, Caicedo, 2022). Al parecer queremos olvidarlos. Este artículo se enfoca particularmente en elaborar algunas reflexiones sobre la democratización del acceso a la esfera digital y a la educación socioemocional, así como algunas de las responsabilidades que suponen dichos desafíos para las instituciones del Estado, como para las familias y los docentes.

Democratización del mundo digital:
todos deberían tener derecho
a educarse con herramientas tecnológicas
La pandemia del Covid-19 tuvo un efecto significativo en el sistema educativo colombiano que se agrava en el presente: visibilizar brechas en el acceso a los recursos tecnológicos que durante el lapso de confinamiento y semipresencialidad afectaron la garantía del derecho a la educación. Durante el confinamiento muchas instituciones educativas se vieron obligadas a migrar sus actividades a escenarios virtuales de aprendizaje, sin embargo eso no fue posible en todos los territorios, por razones como la falta de acceso a tecnología y conectividad y la falta de habilidades técnicas en algunos estudiantes y docentes.

Esto causó que en los colegios con las posibilidades materiales (en su mayoría urbanos y privados), en los que el acceso a la tecnología estaba garantizado para profesores y estudiantes pudieran organizar los horarios de trabajo, pensar en nuevas formas de presentar los temas por medio de recursos interactivos y audiovisuales, generar nuevos dispositivos de evaluación. Sin embargo, en zonas con poco o ningún acceso a las soluciones digitales, como ocurrió en zonas rurales o en colegios del Estado, donde los niños y las niñas no volvieron a tener acceso a sus profesores o compañeros, mucho menos a los temas que debían aprender, durante meses; la solución en la mayoría de los casos se refirió a la creación de guías de trabajo muchas veces poco significativas para el desarrollo del aprendizaje. Estas soluciones a medias no solamente mostraron la necesidad de que todos los estudiantes tengan, como derecho fundamental, garantizado el acceso a las herramientas tecnológicas disponibles para aprender más y mejor. También causaron deficiencias en el aprendizaje de los estudiantes, algunas de las cuales no se han superado hoy, casi dos años después del período de confinamiento y aislamiento obligatorio causado por el Covid-19.

A pesar de estos desafíos, el sistema educativo colombiano demostró su capacidad de adaptación y ha lanzado iniciativas para garantizar que los estudiantes tengan acceso a una educación de calidad, esto es ampliar el derecho a la educación. Por ejemplo, se han desarrollado nuevos programas, herramientas tecnológicas y cursos de capacitación para apoyar el aprendizaje en línea, y los profesores han demostrado una gran dedicación y flexibilidad para brindar una educación de calidad; se han hecho inversiones en herramientas tecnológicas como computadores y tabletas para estudiantes de escasos recursos y se han volcado a la virtualidad muchos programas de educación superior para maestros, permitiendo la cualificación de los maestros en zonas rurales y dispersas.

Es importante que, ante los efectos de la pandemia, el sistema educativo colombiano continúe haciendo esfuerzos para fortalecer su capacidad de adaptación y garantizar una educación equitativa y accesible para todos los estudiantes. La educación es un derecho fundamental y es vital para el desarrollo y el crecimiento de una sociedad. Todos los actores del sistema debemos unir voluntades y trabajar para asegurar que la pandemia no tenga un impacto negativo a largo plazo en el sistema educativo colombiano y por el contrario nos permita aprender lecciones que posibiliten ampliar el derecho a la educación para incluir el acceso a las tecnologías digitales como un requisito fundamental para ofrecer educación de calidad.

Ampliación del derecho humano a la educación: no dejar por fuera la emocionalidad
La suspensión del derecho a la educación referida en la introducción puso de relieve un elemento fundamental en los procesos educativos y que debería hacer parte de su ampliación: la educación de la emocionalidad. Durante el período de confinamiento causado por el Covid-19 se redujo al mínimo la interacción cara a cara con los profesores y compañeros de clase. Esto unido a la falta de motivación y disciplina para estudiar en casa, la poca posibilidad de acompañamiento de los padres, además de las dificultades emocionales y psicológicas experimentadas por muchos docentes y estudiantes debido a la incertidumbre y el aislamiento social, pusieron de manifiesto otra necesidad latente en el sistema educativo y es la que tiene que ver con formación y soporte socioemocional tanto para estudiantes como para maestros.

Al respecto el sistema educativo viene de una tradición en donde el éxito académico de los estudiantes solía únicamente relacionarse con el desarrollo de su coeficiente intelectual. De este modo, eran muy populares las pruebas estandarizadas, como la prueba CI (coeficiente intelectual) cuyas puntuaciones determinaban las habilidades cognitivas y capacidad de razonamiento en relación a su grupo de edad, pero a pesar de ser un instrumento cuantitativo altamente valorado, parece que aportaba tan solo un 20% de los factores determinantes del éxito académico, el 80% restante hace parte de la inteligencia emocional, que incluye diferentes características influyentes en el desarrollo escolar (Fernandez-Martinez, Montero-García, 2016). Por este motivo es de suma importancia que las escuelas consideren la formación de la inteligencia emocional en los estudiantes y el acompañamiento psicológico a los docentes ya que repercute positivamente tanto en las habilidades relacionales del alumno, por medio de la motivación y la comunicación asertiva, como en la forma en que el docente gestiona la carga emocional producto de sus labores diarias, posibilitándole un liderazgo más asertivo. Tenemos derecho a educarnos integralmente, incluyendo las emociones.

La inteligencia emocional es una habilidad que influye positivamente sobre el rendimiento académico del alumno a través de la motivación, la comunicación interpersonal, la regulación de las emociones de los estudiantes en el aula; influyendo en la salud mental de los mismos (Vega, 2016). Además, en su configuración influyen las relaciones entre padres e hijos e institución educativa, buscando la manera de comprender esas interacciones que influyen, positiva o negativamente en la vida del niño, niña u/o adolescente.

Las familias como primer agente socializador de los niños y niñas, influyen en la construcción del carácter, un carácter bien educado y desarrollado permite a los seres humanos enfrentar problemas y desafíos con fortaleza, voluntad, responsabilidad, compromiso y honestidad; aun así, el limitado trato de estos temas por parte de las familias y el poco acercamiento de esta a los espacios escolares, dejan vacíos en el desarrollo humano que puede repercutir en experiencias de vida futura (Antivero, Araya, Castro y Salinas, 2015), de este modo se debe discutir y vincular este tema a los hogares, ya que el respaldo de la familia y los docentes tiene que ver con el logro de las competencias emocionales en las diversas áreas curriculares y consecuentemente la tutoría parental debe complementarse con la tutoría educativa que brindan las escuelas (Sánchez y Dávila, 2022), comprobando que los individuos que pueden manejar sus emociones se relacionan mejor con los demás

Tanto docentes como padres de familia usan su inteligencia emocional para relacionarse positivamente con los estudiantes, cuya educación emocional va encaminada a que los estudiantes sean emocionalmente saludables y equilibren sus capacidades cognitivas y emocionales (Sánchez y Dávila, 2022), los padres son los que brindan esa primeras dosis de cariño, amor y respeto; por lo tanto al ser un hogar cuyos miembros son emocionalmente estables promueven el desarrollo integral de los niños, adolescentes y jóvenes, quienes son capaces de aprender del ejemplo que ofrecen sus padres y actúan así mismo fuera del hogar (Sánchez y Dávila, 2022). El adecuado apoyo emocional de padres hacia sus hijos evitará que caigan en desasosiego como resultado de un fracaso escolar, proporcionándoles la fortaleza necesaria para sentirse capaces de superar lo imposible. Por esta razón, los padres que tienen mayor participación en la vida escolar de sus hijos consiguen que ellos obtengan mejores resultados escolares (Sánchez y Dávila, 2022) de esta forma, entendemos que los padres juegan un papel importante en el control y desarrollo de las emociones de los estudiantes, permitiendo que sus hijos dirijan sus emociones y alcancen el equilibrio ante situaciones complejas que se gestan en el entorno social y académico.

Conclusiones
Tras la experiencia vivida durante el confinamiento causado por la pandemia de Covid-19, es necesario repensar los procesos de aprendizaje y poner sobre la mesa algunos elementos para alimentar la discusión sobre la ampliación del derecho a la educación. La calidad del sistema educativo está afectada tanto por el contexto en el que se encuentra como por el diseño del sistema en sí mismo. La pandemia demostró que la garantía del derecho a la educación depende del contexto. Una ampliación de ese derecho debe tener esto en cuenta y procurar ser coherente con la situación real de cada estudiante para garantizar que recibir educación sea una ventaja y no una limitación como ocurrió con el acceso a la tecnología, por ejemplo.

La pandemia de Covid-19 desnudó la realidad de cada estudiante y la diversidad de acceso a las oportunidades que promueve la desigualdad socioeconómica en Colombia. La suspensión del derecho a la educación por parte de las instituciones educativas hizo evidente que el derecho a la educación se relaciona con la situación económica, está limitado por condiciones que deben obligar a quienes estamos de alguna forma comprometidos con el derecho a la educación a trabajar por disminuir los niveles de desigualdad personal, laboral, en las relaciones; a través de programas pedagógicos, políticas y contenidos educativos pertinentes. El nivel de desarrollo económico y social de un país depende de los recursos que invierte en su sistema educativo para mejorar la calidad de la educación que se brinda. La disponibilidad de infraestructura adecuada y recursos, como bibliotecas, laboratorios, gimnasios, salas de tecnología, canchas deportivas, son elementos que deberían incluirse en una ampliación del derecho a la educación: a una buena educación. Adicionalmente, el diseño del sistema educativo toca directamente al currículo que se pone en práctica y que determina la calidad de la educación que se brinda. Un currículo bien diseñado que cubra todos los temas relevantes relacionados con el contexto de los estudiantes, con sus realidades y que se adapte a esas necesidades será lo esencial para mejorar la calidad de la educación. Los profesores como parte de los procesos curriculares deben tener una formación adecuada y estar motivados para brindar una educación de alta calidad. El sistema de evaluación y seguimiento como parte del diseño curricular podrá garantizar que el sistema educativo esté funcionando correctamente y le permitirá abordar cualquier problema que pueda surgir.

Por último, la pandemia permitió valorar algunos elementos claves del aprendizaje o la práctica educativa que se habían olvidado, que son esenciales y trascienden el currículo permitiendo recuperar el sentido, por ejemplo: el contacto físico, la activación de los sentidos como el tacto, la escucha, las emociones que como lo menciona Mora, F. (2017) si los sentidos están activados en la persona, ésta puede experimentar la información de manera más profunda y retenerla de manera más eficiente. Debemos educar más que las mentes, la formación escolar no puede limitarse al “desarrollo de competencias” (Recalcati, 2016). Una ampliación del derecho humano a la educación debe incluir el derecho a ser educado afectiva y emocionalmente.

Los desafíos que presentó la pandemia del Covid-19 para el sistema educativo, ofrecen la oportunidad de evaluarlo y proponer elementos que aporten a la discusión de la ampliación del derecho a la educación. Es necesario abordar las desigualdades en el acceso a la tecnología para acceder a la educación, y apoyar a los estudiantes y profesores en la transición hacia un futuro más inclusivo y equitativo que incluya la formación integral de cuerpo, mente y corazón.

Referencias
Antivero, C.C., Araya, M.P., Castro, C.P y Salinas, D.E. (2015). Expectativas de las familias sobre la educación emocional de los niños y niñas en proceso de escolarización en primer año básico. Tesis educación básica inicial. Universidad de Chile. Obtenido de https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/134266/TESIS.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Fernández-Martínez, A. M. Montero-García, I. (2016). Aportes para la educación de la Inteligencia Emocional desde la Educación Infantil. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 14 (1), pp. 53-66. Obtenido de https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/3401/Vega_Munar_Maria.pdf.

González A. López E., Caicedo G. (2022). La formación posgradual de los profesores y el desarrollo de estrategias educativas durante la pandemia: trayectorias laborales e innovaciones educativas. En Serna E. (ed.), Revolución Educativa en la Nueva Era Vol. II (pp. del capítulo 784-794). Editorial Instituto Antioqueño de Investigación. https://doi10.5281/zenodo.7382032

Mora, F. (2017). Neuroeducación: solo se puede aprender aquello que se ama. Alianza Editorial

Recalcati, M. (2016). La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza. Anagrama. Barcelona.

Sánchez, E. y Dávila, O. (2022). Apoyo emocional de la familia y éxito escolar en los estudiantes de educación básica. Revista Estudios Psicológicos, 2 (1), pp 7-29. Obtenido de https://estudiospsicologicos.com/index.php/rep/article/view/29/65

Tarabini, A. (2020). ¿Para qué sirve la escuela qué sirve la escuela? Reflexiones sociológicas en tiempos de pandemia global. Educar en época de confinamiento: la tarea de renovar un mundo común. (13, Núm. 2) 45 – 155. RASE Revista de Sociología de la Educación. DOI: https://doi.org/10.7203/RASE.13.2.17135

Vega, M. (2016). Autoconcepto e inteligencia emocional: un análisis comparativo. Trabajo de grado de revisión e investigación bibliográfica. Universitat de les Illes Balears de España. Obtenida de http://www.scielo.org.co/pdf/rlcs/v14n1/v14n1a03.pdf