/„ESCLAVITUD“ MODERNA Y LIBERTAD DE MERCADO DEPENDENCIA SALARIAL Y DERECHOS HUMANOS – Cuqui Vera Belmonte

„ESCLAVITUD“ MODERNA Y LIBERTAD DE MERCADO DEPENDENCIA SALARIAL Y DERECHOS HUMANOS – Cuqui Vera Belmonte

Cuqui Vera Belmonte
Vicepresidenta del Comité sindical europeo de la Educacion ( ETUCE)

Hablar de derechos humanos siempre suele sonar utópico.

En muchos países, estos están tan incorporados en la vida diaria que cuesta creer que, en otras partes del mundo, incluso el derecho a la vida es algo por lo que preocuparse.

En países en vías de desarrollo, el al cance del estado se ha visto limitado, por una serie de eventos que van des de la negligencia y corrupción hasta la obstrucción política. Estas brechas dieron lugar a oportunidades de nego cio, ocasionando que la empresa priva da asumiera funciones que deberían ser públicas y generando la sensación de que siempre debemos pagar para recibir.

En medio de la precarización, apa reció un aparente destello al final del túnel: El dinero.

Es comprensible que, al hablar sobre la dependencia salarial y su efecto en los derechos humanos, se espere un artículo exagerado o sensacionalista. Sin embargo, si tenemos en cuenta la forma en que la salud, vivienda, edu cación y ocio dependen del salario, queda claro que nada es exageración, sino realismo.

Buscamos la reflexión crítica sin caer en preferencias políticas, analizando su evolución generacional y su impac to en los derechos humanos. Para ello, integramos dos marcos teóricos que se ven opuestos: la crítica marxista del trabajo asalariado y la defensa liberal del mercado y la libertad económica.

Trabajo asalariado y derechos
humanos: el marco del problema
La Declaración Universal de los De rechos Humanos (DUH) establece que cada persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que garantice salud, vivienda, alimentación y seguridad social. A ello se suman otros organis mos que subrayan la interdependen cia entre salud, vivienda, trabajo y educación como derechos indivisibles.

En la teoría —siempre tan ideal—, estos derechos son universales. En la práctica, su acceso suele estar media do por una condición básica pero no siempre fácil de lograr: disponer de un salario estable. Sin empleo, o con em pleo precario, la “universalidad” deja de existir: vivienda inaccesible, listas de espera eternas en centros de aten ción médica, abandono educativo y deterioro creciente de la salud mental.

En la teoría, somos personas con derechos universales, en la práctica, dependemos de la nómina que llega a f in de mes para poder ejercerlos.

Dependencia salarial a través
del tiempo
Así como para ti como para mi, el trabajo asalariado no es una novedad, pero su evolución presenta un patrón claro a través del tiempo:

– A mediados del siglo XX, un solo salario podía sostener a una familia y permitir la compra de una vivienda propia.
– A finales del siglo XX, la incorporación masiva de la mujer a la fuerza laboral y la financiarización de la economía hicieron que, ahora, hiciera falta dos sueldos para mantener un estilo de vida similar.
– En el siglo XXI, incluso con dos sueldos, la compra de vivienda es un sueño, la estabilidad laboral se precariza y las deudas se vuelven la norma.

Es decir, el trabajo siempre ha sido la puerta de entrada al consumo y a los servicios básicos, pero la cantidad de trabajo necesaria para sostener una vida digna se incrementa en propor ción al encarecimiento de la vivienda, la educación de calidad y los servicios esenciales.

Normalización de la
dependencia salarial
Si, las deudas, tarjetas de crédito y el “arriesgarse” se han normalizado culturalmente. Expresiones como “así es la vida”, “el trabajo dignifica” o “todo el mundo está igual” funcionan como una justificación barata. Y aun así, cuando se piden mejores condicio nes muchas veces se interpreta como falta de realismo o se señala acusato riamente a toda una generación como perezosa.

Esta normalización se refuerza con narrativas de meritocracia: si trabajas duro, llegarás. Si no lo logras, es que no te has esforzado lo suficiente. En parte, es maravilloso como el sistema se presenta como neutral y convierte cualquier fallo en responsabilidad personal. Versiones modernas del “si no comes es porque no quieres”

Lectura marxista: el trabajo
asalariado como “esclavitud moderna”
Desde un punto de vista marxista, la “esclavitud moderna” no es una metá fora vacía, sino una critica. En Trabajo asalariado y capital, Marx describe co mo la relación entre capital y trabajo es que el trabajador vende su fuerza de trabajo a cambio de salario, mientras que el capitalista se apropia del valor excedente producido.

Por lo tanto:
– El trabajo asalariado se concibe como una manera de subordinación, donde el trabajador “vende” horas de su vida para sobrevivir.
– La “libertad” formal del contrato encubre una necesidad material: sino aceptas vender tu fuerza de trabajo, no comes.
– La supuesta neutralidad del mercado oculta relaciones de poder basadas en la propiedad de los medios de producción.

La comparación con la esclavitud no busca igualar historicamente ambas formas de explotación, sino que busca denotar que, en ambos casos, existe una relación de dependencia extrema: el esclavo depende del amo; el traba jador asalariado depende del salario para cubrir necesidades basicas. La violencia es menos visible, pero no por ello inexistente.

Al final, la desconexión entre dere chos humanos y vida real no es acci dental, sino algo lógico: en una socie dad organizada en torno al beneficio privado, los derechos se subordinan a la rentabilidad. Donde no hay ganan cia, suele haber recorte.

Visión liberal: el salario como
instrumento de libertad
El enfoque liberal clásico y buena parte del pensamiento de derecha ven la situación de forma muy distinta. Pa ra autores como Friedrich A. Hayek, la planificación económica y el interven cionismo estatal masivo son la verda dera amenaza a la libertad, pues abren la puerta al totalitarismo. En esta visión, el mercado y la propiedad pri vada no son mecanismo de opresión, sino de protección frente al poder con centrado del Estado.

Visión liberal: el salario como
instrumento de libertad
El enfoque liberal clásico y buena parte del pensamiento de derecha ven la situación de forma muy distinta. Pa ra autores como Friedrich A. Hayek, la planificación económica y el interven cionismo estatal masivo son la verda dera amenaza a la libertad, pues abren la puerta al totalitarismo. En esta visión, el mercado y la propiedad pri vada no son mecanismo de opresión, sino de protección frente al poder con centrado del Estado.

Milton Friedman, en Capitalism and Freedom, sostiene que la libertad económica es tanto un fin en sí misma como un medio indispensable para la libertad política: sin mercado, no hay espacio real para la disidencia y la au tonomía individual.

– El trabajo asalariado se interpreta como un contrato voluntario entre partes libres: el trabajador puede ofrecer su fuerza de trabajo a distintos empleadores; el empleador compite por esa fuerza de trabajo
– El salario no es una cadena, sino el resultado de un intercambio que, idealmente, beneficia a ambos: el trabajador obtiene ingresos; la em presa, productividad.
– Los derechos humanos se garanti zan mejor en sociedades prósperas, y esa prosperidad surge de mercados competitivos, no de controles
estatales rígidos.

Las críticas a la “esclavitud moder na” se perciben, desde este lado, como exageraciones que ignoran la diferen cia esencial entre coacción y acuerdo contractual. Si no te gusta tu trabajo, se supone que siempre puedes buscar otro, formarte o emprender. El proble ma es que esta narrativa asume con diciones de movilidad, igualdad de oportunidades y seguridad material que rara vez existen de forma plena.

Derechos humanos sujetos al
salario: el punto de fricción
El choque entre ambas perspectivas se vuelve evidente cuando se cruzan con los derechos humanos:

• Para la lectura marxista, que el acceso a salud, vivienda o educación dependa del salario confirma que los derechos humanos han sido tomados por la lógica del mercado. Lo que debería ser garantía universal se convierte en producto.
• Para la lectura liberal, esa misma dependencia puede leerse como un incentivo: las sociedades que protegen la libertad económica tienden
a generar más riqueza, y esa riqueza permite financiar derechos y servicios. Si el pastel es más grande, hay más margen para políticas sociales.

El problema práctico aparece cuan do se observa que, incluso en socie dades ricas, amplios sectores quedan atrapados en la precariedad laboral, el endeudamiento y la imposibilidad de ejercer plenamente sus derechos. El mercado, por sí solo, no corrige des igualdades de origen; y el Estado, sin recursos y sin presión social, tiende a replegarse.

Así, los derechos humanos existen con más fuerza en los documentos que en la vida cotidiana en cualquiera de estas ideologías.

Entre el contrato y la cadena
¿Estamos, entonces, ante una forma de “esclavitud moderna”?

Depende del marco teórico que adoptemos:

– Desde un enfoque marxista, sí: el trabajo asalariado aparece como una forma histórica específica de subordinación, que ha sofisticado sus mecanismos pero mantiene intacto su núcleo: la necesidad de vender tiempo de vida para sobrevivir.
– Desde un enfoque liberal, no: el trabajo asalariado es un instrumento de libertad y progreso, siempre que exista competencia, Estado de derecho y posibilidad real de elección.

Lo que resulta difícil negar, inde pendientemente de la teoría, es que, actualmente el salario condiciona de manera directa el ejercicio efectivo de derechos humanos que, formalmente, son universales. Si perder el empleo Revista PoliTeknik implica perder el acceso real a vivien da digna, salud o educación, entonces hay una tensión estructural entre el ideal de derechos humanos y el fun cionamiento del sistema económico.

Tal vez la discusión no deba quedar se en si esto se parece más a una escla vitud o a un contrato libre, sino en una pregunta más incómoda:

donde los derechos humanos se ejerzan sólo en la medida
en que podamos pagarlos… o estamos dispuestos a replantear el papel del trabajo,
del Estado y del mercado para que esos derechos sean algo más que un PDF bien redactado?
Mientras lo decidimos, la mayoría seguirá poniendo la alarma a las 6:30, f ichando a las 9:00 y confiando en que el sueldo llegue puntual. La teoría pue de ser de Marx o de Hayek; el alquiler, por desgracia, siempre es cada mes.

REFERENCIAS:
Marx, K. (1847). Trabajo asalariado y capital.
Naciones Unidas (1948). Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 25.
Organización Mundial de la Salud (2023). Human rights and health – Fact sheet.
Hayek, F. A. (1944). The Road to Serfdom.
Friedman, M. (1962). Capitalism and Freedom