Marco Jean Paul Apaza Gonzales
Sec. Comunicaciones JDN-Federación de Estudiantes del Perú
La pandemia del COVID-19 ha evidenciado otras emergencias que se encuentran postergadas durante décadas, una de ellas es el acceso a la educación. En América Latina tenemos una larga tradición de abandono en materia educativa, principalmente por la desatención de los gobiernos de turno, que han priorizado la extracción de materias primas antes que el desarrollo de la ciencia y tecnología. En el presente artículo, abordaré la importancia de garantizar el derecho a la educación durante el aislamiento social obligatorio que se implementa en el mundo.
La virtualización de la educación es el sueño añorado del Banco Mundial, lo ha venido desarrollando durante años de forma subsidiaria a la presencial. En la actualidad tenemos
165 países en el mundo cuya educación presencial ha sido suspendida por la emergencia sanitaria. Esta situación ha abierto la posibilidad de virtualizar la educación a modo de
experimento social, se cumple su gran anhelo. El impacto económico que ha causado el contagio del COVID-19 es mucho más peligroso que el mismo virus, millones de personas quedarán sin trabajo, empresas retirarán capitales de inversión desestabilizando el modelo económico, algunos países (sino todos) entrarán en recesión durante algunos años. Estas consecuencias repercuten en la educación, principalmente porque una generación va perder
la endeble formación académica que tenían, si ya la educación era paupérrima en América Latina, ahora ni de esas minucias se dispondrá.
Ante la difícil decisión de estudiar o comer, las personas elegirán lo segundo, en un contexto donde el trabajo va escasear y la necesidad abundar, no existe garantías para reducir la pobreza ni salir del subdesarrollo prometido con tanto entusiasmo por las potencias extranjeras. Lo cierto es que, en la educación se han abierto dos grandes sectores con intereses y características particulares. El primero, con relación a las instituciones educativas privadas, las cuales en su mayoría han hecho reducciones minúsculas
o simplemente se han negado a hacerlas, ofreciendo sus plataformas virtuales con docentes poco preparados para iniciar las clases. El segundo, con relación a las instituciones educativas públicas, donde la mayoría son estudiantes de bajos recursos económicos, que no cuentan con una computadora ni mucho menos acceso a internet. Esto es mucho más dramático si consideramos a las carreras de ciencias e ingenierías, cuyas clases tienen
un gran porcentaje practico que no se puede emular de forma remota.
En el Perú, cuya realidad conocemos los estudiantes de forma privilegiada, contamos con muchos problemas más allá de lo educativo, de 62 mil escuelas públicas que existen, más de la mitad no cuentan con acceso a los tres servicios básicos, no estamos hablando de tecnología 5G, estamos hablando de agua, electricidad y desagüe. Se calcula que 49% no tienen acceso efectivo a internet, y por ende, tampoco a plataformas virtuales de aprendizaje a distancia. De esto tiene gran responsabilidad el sistema económico neoliberal que se implantó en el Perú con la Constitución Política de 1993, desde entonces los servicios públicos fueron entregados a intereses privados que no se han esforzado en garantizar servicios básicos en el territorio de la República. Para nosotros, la educación no es un servicio, es un derecho inalienable que entraña la solución a las injusticias sociales, defender la educación es defender la vida y la justicia en el mundo. Por ello, hay grandes intereses en conducir la universidad hacia un rol meramente profesionalizante, lo que se llama en el vulgo “fábrica de títulos”, donde no se piensa, no se debate, no se cuestiona. Solo se difunde las teorías que fundamentan el establishment.
La educación no es virtual, así nos hemos pronunciado desde hace más de un mes, rechazando la implementación inconsulta de plataformas educativas que dejan fuera a miles, sino millones, de niños y jóvenes sin acceso a radio, televisión o internet. Existen universidades públicas que no cuentan con plataformas virtuales, los que la tienen, saben que su utilización es casi imposible por la baja capacitación de los docentes. El drama de la educación a distancia está iniciando en el Perú de la mano del hambre y la desesperación
de un pueblo que ha sido abandonado. El Estado ha claudicado en sus facultades constitucionales, la reciente publicación de la normatividad que regula los despidos por 90
días así lo demuestra. Un padre trabajador que se ha esforzado toda su vida va depender de sus seguros y ahorros, mientras que los grandes empresarios piden subsidios al Gobierno amenazando con un desaliento a la inversión privada. ¡Motor del desarrollo! ¿Desarrollo para quién? Deberíamos preguntarnos.
Hace unos días hemos sido testigos de un fenómeno inédito en nuestra historia, la migración de más de 700 personas de la capital hacia el centro del país para conseguir alimentos. Las condicione de viaje son inimaginables, se calcula que deben caminar entre 6 o 7 días para llegar a su destino. Esto es importante porque ayuda a medir la desesperación de la gente y nos proporciona una proyección de que pasará en los próximos meses. Millones de personas cuyas economías familiares han sido destruidas irán a las calles a buscarse la vida, es la razón por la que se van a construir más cárceles e incrementar las fuerzas policiales. La educación no va ser la prioridad de los que tienen hambre, esto ya se evidencia en las deserciones universitarias que se acumulan sin respuesta alguna del Gobierno pese a nuestras advertencias, todo este brote pandémico de la desigualdad y la injusticia social no acabará este año ni el próximo, continuará profundizándose hasta que una generación valiente se atreva a desafi arlos.
El Banco Mundial seguirá dictando la política educativa en América Latina, nosotros seguiremos exigiendo una Nueva Educación con mayor presupuesto público, ellos seguirán
promoviendo su educación a distancia para abrir el mercado educativo a transnacionales, nosotros seguiremos pidiendo educación pública, gratuita y de calidad. Estamos convencidos que prevaleceremos, tenemos fe mariateguista en que un Nuevo Curso es posible para el Nuevo Perú en un Nuevo Mundo.
Atentamente