Mauricio Salazar – ALEMANIA
La Pandemia ha atraído globalmente la atención de los medios de comunicación, en el foco de la información se hacen visibles estadísticas de contagio, de las personas que sanan y de las que mueren por el virus de corona. Aunque menos visible también se refl eja el mal manejo de la crisis y la falta de estructuras y conceptos para lidiar con una pandemia que impacta terriblemente en las personas más vulnerables. Estas personas son, los más pobres, las y los ancianos, los Pueblos Indígenas entre otros.
No se visibiliza la precaria situación de las estructuras de salud, desarrollo social y del Estado de Derecho. A donde muchísimas personas no tienen acceso y el virus no espera, llevándose muchas vidas que pudieron haber sido rescatadas.
Sin embargo la „pandemia“ más grande del continente sigue siendo la corrupción y la impunidad en donde la huella colonial sigue presente, dejando una desigualdad extrema entre pobres y ricos. La corrupción y la impunidad han propiciado que en algunas regiones se hayan establecido estructuras criminales, como la parapolítica, el crimen organizado violento y en muchas ocaciones vinculado al narcotráfi co. Estos son los grupos que asumen el control social con violencia y de esa formar ponen sus intereses por delante, dejando zonas de terror, y destruyendo los „territorios“ que tienen un signifi cado profundo para los Pueblos Indígenas. Este signifi cado tiene que ver con su forma de vida, con el respeto a la Tierra, el derecho a alimentarse y a lo que llamamos biodiversidad. Éstos junto con grupos de pequeños campesinos, son desplazados con violencia, sus tierras se convierten en minas, megaproyectos como represas o complejos turístiscos y para el cultivo de estupefacientes.
Hemos visto en algunos casos imágenes de personas repartiendo dispensas y ayuda con el nombre del cártel, ejerciendo de esta manera un mayor impacto sobre la realidad social que le confi ere al Estado a ejercer su responsabilidad de protección.
El alto grado de impunidad ha generado situaciones de vacío en donde el orden social y de justicia lo ejercen actores fuera del Estado, generando una situación de justicia propia, que provoca la vinculación de estructuras del Estado con el crimen organizado y muchas víctimas. Muchos actores de las estructuras estatales, como presidentes municipales o alcaldes son abandonados a su suerte en territorios de alta violencia. Muchos dicen „no nos queda otra que cooperar con ellos“ o ser ejecutados, formandose así un círculo vicioso, como pasa en mucho territorios en México. A ésto se agrega un sistema de seguridad social inexistente para muchas personas, en donde no hay jubilación ni acceso a la salud.
La perspectiva de muchos jóvenes es migrar, pues tampoco hay acceso a una educación de calidad ni de oportunidades laborales que permitan una vida digna. Para otros solo quedan las estructuras criminales debido a la falta de oportunidades y perspectivas.
Las respuestas del Estado a esta situación ha sido implementar „políticas de seguridad“ militarizadas, que han generado más muertes y violencia. El foco de la cooperación internacional para combatir el crimen organizado va en muchos casos también en ese camino.
Es sorprendente que desde hace décadas todos sabemos el diagnóstico de las causas de esta problemática y a pesar de ello, se siguen priorizando las medidas de la fuerza y no el fortalecimiento de las estructuras de la seguridad social. Todos sabemos que el crimen organizado violento responde a estructuras sociales extremadamente desiguales en donde la vida ya no vale y se convierte en negocio.
Estas estructuras es lo que la pandemia no se llevó, por eso no sorprenden las protestas masivas en muchos países de América Latina, como en Chile en donde culminó con un plebiscito y el cambio de la constitución que quiere poner termino a una política impuesta por la fuerza, durante la dictadura de Pinochet. El cambio fue determinado por una gran mayoría que no solo, quiere poner termino a la política por la fuerza, sino quiere decidir cómo quiere vivir y abrir una puerta para participar. Las protestas se vieron también en Ecuador donde vimos imágenes de cientos de muertos por la pandemia, como en la ciudad de Guayaquil.
En Colombia donde la capital fue azotada por esta crisis aunada a la situación de la migración de Venezuela que se hace visible en la calles de varias ciudades colombianas.
La situación regional o de los diferentes países, responde a diferentes causas y complejidades de los contextos, pero podemos ver estructuras similiares, como son las carencias sistémicas y endémicas del Estado social y de Derecho en América Latina y en todos los países impera una profunda desigualdad.
Algunas personas dicen „El virus Covid19 no hace diferencias entre sus víctimas en el contagio; en este sentido no deja de ser “justo”.
Mas si en sus efectos y consecuencias, teniendo gran impacto en las personas más vulnerables de la población. El acceso a los servicios de salud en muchas regiones es casi nula. No hay posibilidades de confi namiento para la población más pobre en las grandes ciudades, como en la Ciudad de México, Sao Paulo y otras.
Además habrá que tomar en cuenta que más de la mitad de las relaciones laborales en muchos países tienen carácter informal, por lo que los empleados no tienen ningun seguro médico. En las relaciones formales se dieron despidos masivos, justifi cados por los impactos económicos globales.
Así pues se convierte en una burla para muchas personas la advertencia de las autoridades del Estado „quedate en casa“ pues justamente es ahí donde el riesgo es mayor, los espacios son muy reducidos y carentes de infraestructura para el confi namiento. Además de la necesidad de salir para ganar algo de dinero.
pandemia global y las complejidades de los diferentes contextos latinoamericanos arriba mencionados, en especial las defi ciencias de los sistemas de salud, podrían explicar por qué numerosos gobiernos de la región decretaron drásticas medidas de restricción de las libertades fundamentales. Pero hay que analizar profundamente y aletar sobre todo por la represión y la legitimación de estructuras autoritarias.
Lo que el Covid no se llevo son todas las defi ciencias estructurales aunadas a la corrupción y debilidad del estado de derecho.
Esta situación ha llevado a muchos Estados de la región a plantear que la mayoría de las constituciones prevén la posibilidad de ampliar las potestades gubernamentales para responder a situaciones de crisis extremas; en el pasado, fueron las guerras, los golpes militares o los ataques terroristas, que facultaban, entre otras medidas, a suspender temporalmente leyes vigentes, así como a promulgar decretos-ley sin participación parlamentaria; esto con la fi nalidad exclusiva de superar la crisis y por el plazo que esta dure, como lo vimos en El Salvador, donde se habilitó el uso de las fuerzas armadas al interior del país para hacer efectivas las medidas decretadas.
Es un desarrollo muy delicado, pues más bien han sido usadas para reprimir la protesta social. Por eso tenemos que mantener la atención en los vicios estructurales que vienen desde muchos años y que no tienen nada que ver con la crisis del Covid 19.
El manejo de la crisis exige la implementación de medidas especiales, pero no de perder el rumbo basado en el respeto de los Derechos Humanos. Hay la esperanza alimentada por una sociedad civil organizada, que protesta y exige el derecho a una vida digna a la