/„Maternidad en Clase Media“ y Educación

„Maternidad en Clase Media“ y Educación

Dr. Kemal Inal
Catedrática de la Universidad Helmut Schmidt – ALEMANIA

Estoy seguro de que, en este periodo de pandemia, en las condiciones de cuarentena en las que estamos encerrados en nuestros hogares, el empeño doméstico, el cuidado y la atención de las madres debe haber aumentado mucho. El transito doméstico de la madre se debe haber intensifi cado debido al seguimiento cercano de muchas tareas como tomar las medidas higiénicas necesarias para proteger el hogar contra el virus, hacer las tareas domésticas que se asocian a la maternidad, y las „clases en línea“ de los niños. Todo esto suceso, agitación y incertidumbre deben ser repensadas a través de las madres. En realidad, la posición de las mujeres como madres, que dan vida y asumen muchas tareas en el sustento de la vida, requiere reconsiderar varias cuestiones en estas condiciones extraordinarias. En el presente artículo, trataré la „maternidad en la clase media“, una forma especial de maternidad, en el contexto de la educación. A mi juicio, la maternidad en la clase media es una experiencia muy diferente de los estilos de maternidad de las clases bajas y altas. Una vez revelada esta diferencia, analizaré los diversos aspectos de este estilo de maternidad desde el punto de vista educativo durante este período de pandemia tan difícil.

El fi lósofo alemán Max Horkheimer afi rma lo siguiente en su libro „El Eclipse de la Razón“, que escribió mientras estaba exiliado en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial: „La maternidad [en el siglo XX] se está transformando en un trabajo de enfermería, en el que la calidez y la atención forman parte cada vez más de la técnica. Aunque la sociedad tenga mucho que ganar al convertir la maternidad en una ciencia, esto priva al individuo de ciertos aspectos que antes eran vinculantes en la vida social.“ La maternidad, sobre la que Horkheimer señala que se convierte en enfermería y pasa a formar parte de la técnica, expresa que el proyecto de la clase media de criar a los hijos conforme a la ciencia ha recorrido un largo camino, especialmente en su versión estadounidense. Las madres de clase media de todo el mundo mostraron un gran interés por el exitoso libro del pediatra estadounidense Benjamin Spock sobre el cuidado y la educación de los niños en la década de 1950. Spock ha sido uno de los representantes pragmáticos más destacados de la generación de la crianza racional de los hijos, que comenzó con „Algunas Refl exiones sobre la Educación“ de Locke y con „Emilie“ de Rousseau. Todo lo que decía era sencillo: Educa o cría a tu hijo según la ciencia. Por cierto, a partir del siglo XVII, a diferencia de las clases bajas, que han tradicionalizado la maternidad a lo largo de los siglos, a las clases medias se les enseñó paso a paso en diversos libros de etiqueta cómo técnica cada etapa, desde el nacimiento del bebé hasta la educación del niño, de acuerdo con los datos científi cos. Claro que a lo que me refi ero aquí es a las técnicas modernas. La tendencia, que comenzó con la pedagogía y continuó con ciencias como la psicología y la pediatría, puso a la maternidad, tradicionalizada por las clases bajas, en un camino que hace que la maternidad sea pragmáticamente funcional en la sociedad moderna. La „maternidad moderna“ es una forma redefi nida dentro de una especie de „paternalismo moderno“ que ha sido purifi cado de patrones místicos y convertido en una ciencia. Conforme a este paternalismo, que también se apoya en algunas concepciones científi cas, culturales y democráticas contemporáneas, la feminidad debe basarse en una intensa especialización para una educación infantil racional en diversas materias (una mujer bien arreglada, un entorno doméstico higiénico, la crianza de los hijos, el cumplimiento de las tareas domésticas, etc.). ¿Dónde está el paternalismo en eso? En eso: Por paternalismo se entiende una ideología basada en la subordinación o sometimiento de la mujer al hombre/padre, según el hombre/padre. Según el mandato que el „Dios Celestial“ le dio al „Rey de Tierra“ y a su mensajero en la casa, que es el „Padre de Familia“, la mujer y el niño (“ descendencia“) son seres insufi cientes que deben ser gobernados (religiosamente, según el hombre y la tradición, etc.). Esta ideología defi – ne constantemente la inadecuación, la inexperiencia y la dependencia del niño con respecto al padre con la mujer a través de la maternidad. Con el fi n de que el hombre mantenga su supuesta libertad, la autonomía y la vida extrovertida, la mujer como madre debe manejarse junto con el niño (con la inexperiencia, la ingenuidad, la dependencia del progenitor, etc). El paternalismo moderno que vincula a la madre con su hijo es una práctica que borra casi por completo la identidad y la personalidad del niño. Esta coherencia madre-hijo, que encuentra su sentido en el refrán „hoy hemos aprendido a hacer pipí“, reproduce siempre la infancia dependiente a través de la madre. La ideología de la maternidad otorga a la mujer muchos deberes (madre del niño en la escuela, acompañante en el hospital, etc.). En general, la madre se encarga del deber de tutela; a menudo asiste a la reunión de profesores en la escuela, siempre es la „madre de la clase“, etc. El padre de familia está al tanto de los detalles más específi cos, fi nos y actualizados de la situación de su hijo en la escuela. El padre incluso puede sentir cierto orgullo por no conocer esta información, aunque sepa en qué curso está su hijo no sabe la rama, el nombre del profesor, etc. Es bastante común no pensar en el padre-hombre con la crianza, el cuidado y la educación de su hijo. La maternidad en las aulas es una extensión de la percepción de la enseñanza feminizada conservadora/ neoliberal a través de madre-tutela.

La maternidad es un concepto de „pensamiento dependiente“ también para las clases medias, aunque se experimente de forma muy moderna, sofi sticada y especializada. A la hora de vincularse a la maternidad o al convertirse en madre la mujer se ve acosada constantemente por el pensamiento de que su vida es un destino para su hijo: „Si no piensas en ti misma, piensa en tu hijo“, „¿cómo te vas a divorciar si tienes un hijo?“ etc. Este modo tan fatalista de entender las cosas se expresa en las clases medias de forma muy sutil, educada y técnica. Los problemas con el niño son casi estetizados, (por favor no hablemos de estos problemas delante del niño). Para las clases bajas tradicionales, la maternidad es perfectamente natural; la naturalidad se mezcla con la tradición. Para la mujer joven la maternidad es lo que habitualmente ve en su madre. La maternidad consiste en lo que la religión, la tradición y la costumbre dictan. Sobre todo para las religiones, la maternidad es una práctica inevitable para las mujeres. Es la cara auspiciosa. Es la culminación. De tal manera que la decisión de no dar a luz, por un lado, expresa las carencias (la cuestión de la infertilidad de la mujer, la cuestión de lo incompleto de la familia si no hay hijos, etc.), y por otro, señala el peligro de cuestionar la tradición. La propaganda de Erdogan a favor de un mínimo de tres hijos pretende, en realidad, reproducir el orden normativo tradicional basado en la redefinición de la mujer como máquina de dar hijos, en lugar de una política demográfica basada en la ingeniería paternalista islámica: La mujer siempre debe dar a luz y convertirse en madre. ¡Porque así es como lo hemos visto siempre! La madre tradicional de clase baja vive la maternidad según la costumbre; para las mujeres de clase media, la maternidad es un amplio campo de aprendizaje. Un campo de aprendizaje que debe ser apoyado por la ciencia. Tal y como se dice en el libro. El embarazo es, en este contexto, el periodo en el que se inicia la enseñanza; muchas prácticas, desde hacer que el niño escuche música clásica en el vientre materno, hasta elaborar imaginaciones sobre el futuro del niño, se traducen en la práctica con el diseño del „niño proyecto“. Quizá uno de los ámbitos en los que más se reproduce esta maternidad de clase media es la educación.

El capitalismo neoliberal ha tenido durante mucho tiempo a las madres como uno de sus principales víctimas. Si hoy en día la educación se ha mercantilizado, si el ingreso a las instituciones educativas de calidad ha sido objeto de una gran competencia y eliminación a través de exámenes centrales, si las instituciones educativas privatizadas/mercantilizadas han surgido como rivales de las escuelas públicas, e incluso si se han creado „aulas privilegiadas“ dentro de las escuelas públicas, las madres de clase media tienen mucha participación, papel e iniciativa en esto. Esta clase de racionalidad mezclada con el instinto de las mujeres de clase media tiene un papel importante en la obtención de ese poder, especialmente en las escuelas privadas de pago (y las mediocres), que se multiplican en nuestras grandes ciudades y crecen como hongos en casi todos los barrios. Por consiguiente, en la jungla del mercado capitalista, la cuestión de pensar en objetivos futuros del niño, como obtener una buena educación y conseguir un trabajo de alto estatus, preocupa a las madres que dan vida a sus hijos más que los padres. Gracias a las políticas gubernamentales aplicadas de manera consciente desde 2002, las madres de clase media han ido acudiendo paso a paso a las escuelas de pago, privadas y de supuesta calidad, como alternativa a las escuelas públicas, cuya calidad educativa está disminuyendo, los índices de éxito están bajando en los exámenes centrales y se considera que no son seguros en cuanto al perfil de los alumnos, y que se están alejando gradualmente de la educación laica. El punto de vista que considera el niño como una especie de „capital económico“ o „instrumento de inversión“ ha sido determinante para que esto sea así. El „habitus“, que es la predisposición a diversas cualidades materiales y espirituales propias de su clase en el seno de la familia y en diferentes entornos) formulado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu, se convierte en un factor determinante para que las madres de clase media adquieran y reproduzcan su propia posición de clase. En otros términos, la lógica expresada en el habitus es que la institución educativa representa los requisitos interiorizados por las madres para obtener diversos privilegios especiales (desde el capital simbólico que proporciona el diploma hasta el estatus cultural propio de las clases económicas).

Permítanme explicar lo que me refiero mediante una investigación concreta. Henry J. Rutz y Erol M. Balkan, en sus libros titulados „Reproducción de Clase. Educación, Neoliberalismo y Ascenso de Nueva Clase Media en Estambul“ (2016) detallan los mecanismos por los que algunas familias de clase media-alta de Estambul convierten a sus hijos en caballos de carreras para que entren en escuelas de calidad (suprema). Los autores arrancan con la cuestión fundamental de por qué y cómo la educación es utilizada por estas clases medias altas como una mercancía de clase o una forma de capital convertible que confiere estatus. Algunas familias de clase media, bien educadas, con alta cualificación y con muchos ingresos, en la conciencia y percepción de su propia clase, ante la necesidad de proporcionar a sus hijos una „educación de calidad“ desigualmente distribuida debido a las desigualdades estructurales de la sociedad, toman clases particulares, clases de refuerzo, clases compensatorias (en realidad, preparándose para la alta competición) utilizan los mecanismos al máximo, casi brutalmente (gastando mucho dinero, estableciendo una disciplina increíble sobre el niño, etc). Y lo hacen de forma extremadamente depredadora, competitiva y egoísta. Según los autores: „En este difícil contexto, lo que se pide a las familias es que actúen como unos „expertos en educación“, que se mantengan al día en sus conocimientos sobre el sistema educativo, que actúen con previsión y que se aseguren de que van por el buen camino cuestionando constantemente las decisiones que toman.“ El mecanismo utilizado por las familias de clase media-alta de Estambul y examinado por los autores es una estrategia educativa individualizada que pretende encontrar soluciones individuales a los problemas estructurales de la educación. Se trata de una estrategia de adquisición de capital cultural (calificaciones educativas) y social (lazos/relaciones sociales), que se pone de manifiesto con la función diferenciadora de clase y socialmente discriminatoria de la educación (de calidad) que exige esta clase. Quien toma las decisiones, gestiona y da resultados en este proceso es la madre y no el padre. Es precisamente la madre la que programa al niño, lo motiva, suple sus carencias, lo informa y lo relaja en cuestiones técnicas (atención, concentración, control de la excitación, etc.), fortalece la memoria a través de la repetición de la información adquirida y lo pone en un estado de ánimo disciplinado. „La fuerza que impulsa a la madre es la voluntad de ganar. En cambio, el padre odia la prueba que pone su vida patas arriba y echa la bronca al Estado. La empatía contribuye a que la madre se vincule con el niño; durante este periodo, el niño se aferra a su madre más que al juego“. „La que se encarga de organizar todas estas actividades es siempre la madre“. „Las madres se convirtieron en las gobernantes de sus hijos, que se convirtieron en máquinas de exámenes“. Sin duda, este extraordinario esfuerzo de la madre por garantizar el futuro de su hijo desde que nace hasta que toma la forma de un capital es un acto que hay que celebrar, pero la ideología del mercado también funciona así. La combinación de maternidad instintiva e individualismo racional de la madre de clase media en la reproducción del capitalismo representa una poderosa estrategia de supervivencia.

Este es el desarrollo notable: La maternidad ideal, que se limitaba al espacio doméstico tradicional, ha comenzado a desplazarse del hogar a la escuela e incluso a otras instituciones (como la salud, el entretenimiento, el consumo) con los planteamientos ambiciosos de las clases medias actuales. La trayectoria pedagógica combinada entre el hogar y la escuela se materializó en el modelo de educación infantil diseñado por María Montessori a principios del siglo XX bajo el nombre de „educación alternativa“. Resulta interesante que Montessori construyera primero su jardín de infancia/guardería según el modelo de la casa: Disposición de la escuela/ aula en forma de casa con muebles de madera, utensilios de cocina, etc. Las maestras también eran mujeres y, a partir de entonces, la enseñanza preescolar se asoció especialmente a las mujeres. En este contexto, la educación estaba marcada por el género a través de la mujer maestra. En su libro „Teachers and Texts“ (1989), el pedagogo crítico estadounidense Michael Apple analiza detenidamente el proceso por el que la enseñanza preescolar y primaria se consideró una profesión adecuada para las mujeres en la historia de la educación estadounidense. Paulo Freire, en su libro „Los Maestros como Trabajadores de la Cultura“, señala que el trabajo del maestro no debe convertirse en una especie de „maternidad paternalista“, porque cuando los maestros se muestran como ejemplos compasivos, su reclamo y rebeldía no pueden conciliarse con esta actitud proteccionista, y sigue: “ Si bien el carácter maternal del acto de enseñar nunca debería cuestionarse, la enseñanza tampoco debería reducirse a un mero proceso de sentirse bien, especialmente a un maternalismo paternalista que adopte la forma de una autorreflexión parental.“ Tal situación, que reduce el papel de las maestras a una función de crianza que desvaloriza la enseñanza, no disminuye ni desvaloriza la función de la crianza del niño. Lo señalado por Freire es que si la enseñanza se presenta como crianza de los hijos, la lucha por los derechos de las maestras se ve obstaculizada por las madres (mujeres) con el argumento de que la educación de sus hijos se verá interrumpida. De hecho, lo que se hace es domesticar la enseñanza y la maternidad de la clase media apoya esta domesticación. Puesto que para ellas la cuestión es la educación de los niños, no las condiciones de trabajo de la maestra. El Estado y el mercado también aconsejan esto a la madre-tutela; incluso para los padres cuyos hijos estudian en escuelas privadas, el profesor es la persona que debe estar lo suficientemente dispuesta a rendir cuentas para cuestionar el valor del dinero entregado. Sin embargo, aquí hay otra cuestión más sutil: La domesticación consiste en que la escuela desempeña un papel conservador y funcional en la reproducción del orden social, como una casa a través de la madre-mujer (maestra). Las canciones, los poemas, los himnos, las memorias, etc. sobre los profesores se basan principalmente a través de la madre/mujer-profesora. No es de extrañar que los hombres mayores (varones), mucho después de su graduación, recuerden y conmemoren a sus maestras como si fueran sus madres. Incluso en sus formas más modernas, la mujer, sea cual sea su profesión, se asocia a menudo con el amor de una madre.

A causa de las condiciones (especialmente las creadas por la educación basada en la competencia y la eliminación), la madre de clase media abraza a su hijo lo más posible, lo disuelve en sí mismo y le impide convertirse en un individuo. Este caso es bastante frecuente en Turquía. La madre recibe a su hijo al por mayor; los trabajos al por menor se los deja al maestro. De hecho, son las madres las que dan al niño la primera educación, básica y permanente; lo que se deja al maestro es enseñanza. Sin embargo, el niño lleva su vida a los ojos de su madre, no de forma creativa y crítica, sino buscando en el marco de los comportamientos exigidos por las instituciones y cumpliéndolos de forma mimética. Es inevitable la objetivación. Según el sociólogo francés Alain Touraine, la socialización impide ser sujeto. El control de la reproducción por parte de la madre a través del mercado, el estado y el patriarcado cubre en cierto modo la falsedad del contenido ideológico del sistema. El currículo secreto de la escuela complementa el currículo abierto de la madre: Están bien las notas y los comportamientos. El padre es un burócrata en casa, mientras que la madre es una tecnócrata. Representa la forma de realizar conductas con las mejores técnicas, a través de la mente funcionalizada, objetivada e instrumentalizada. Actualmente estamos experimentando esta situación una vez más con la educación a distancia en los días de cuarentena. Se puede predecir que las madres de clase media trabajan más para satisfacer todas las necesidades de toda la familia (alimentación, lavandería, limpieza, compras, educación a distancia del niño, etc.) Otro asunto que resulta cansino es la educación en línea del niño. Acceder al sistema de educación a distancia, registrarse, seguir las clases, hacer los exámenes y los deberes, etc. Fíjense, al lado del niño, hay un rastro (brazo, voz, sombra, etc.) de la madre, aunque no sea visible en la pantalla online. Lo mismo sucedió con la reforma curricular “ enfocada en el alumno“ de 2004. Bajo la expectativa de que el niño sea creativo e innovador, el profesor le asignaba tareas de proyecto y rendimiento en la escuela, pero estas tareas en casa solían ser realizadas por los padres (en su mayoría por las madres) con la ambición de obtener altas califi caciones y competitividad. Las justifi caciones de los padres- madres también podían ser: Difi cultad para encontrar los materiales (si el padre no intervenía, ¿cómo iba a conseguir el niño esos materiales?), difi cultad del trabajo técnico, complejidad del diseño, etc. En la actualidad, vemos la misma lógica de ayuda en la educación a distancia. La madre tradicional, pobre y carente, no interfi ere mucho porque no sabe: Yo no sé leer ni escribir, ¡así que no puedo ayudar al niño con sus deberes! La madre de clase media, en cambio, utiliza todos sus conocimientos, su práctica, su experiencia y sus habilidades, y debe intervenir porque otros padres hacen lo mismo. Así que Touraine afi rmó que tal vez la socialización impide la individualización del niño. En efecto, en la crianza al estilo turco, es preferible que el niño sea un „buen hijo“ antes de ser un „individuo independiente“. En la clase media, el objetivo es convertir al niño en un proyecto muy racional y conseguir una buena posición en el mercado: el objetivo de la racionalidad es producir buenos hijos. No existe objetivo de cualidades sociales, de principios universales, de competencias sociales.

La crianza que hoy en día se plantea como correcta, sigue un camino altamente costoso, que consume emocionalmente a la mujer/madre, que se realiza como un trabajo intensivo, con un análisis de coste-benefi cio para las clases medias. La crianza, que es cargada sobre los hombros de la mujer, en realidad tiene lugar de manera singular, única para un género, mientras que el marido y la mujer deben sentarse en una historia común. Los relatos de las madres de clase baja, de la clase trabajadora, de los barrios marginales, cuentan otra historia que ya no es la de la crianza racional, sino que se basa en la supervivencia (survival) de los hijos. En estos días de pandemia, la principal preocupación de las madres pobres es el trabajo y la comida. La atención a los niños en casa concierne tanto a la salud como a la seguridad social. Por ejemplo, las madres que trabajan en la limpieza de las casas no tienen ni una renta básica de ciudadanía ni derechos de permiso pagados debido a sus trabajos interrumpidos. En el caso de estas familias, ni siquiera existe la infraestructura de educación a distancia (ordenador, Internet, cuota sufi ciente, etc.). Durante el período de la pandemia no hay un estado de bienestar para las familias pobres. La responsabilidad del niño no recae sobre el Estado o la sociedad, sino en hombros de padres. Porque la crianza de un niño en este país es una situación individual. Aunque la ideología paternalista, en sus formas tradicional y moderna, utiliza los padres, no carece de propaganda y manipulación, pero no proporciona la infraestructura necesaria. La crianza de los hijos es, en este contexto, de clase y doctrinal, además de sociológica. La herramienta EBA del Ministerio de Educación Nacional acercó la educación a la casa del niño como una conveniencia, pero todavía no es posible subir contenidos autónomos, libres y creativos y hacer una iniciativa crítica e independiente. Asimismo, hay quienes están atrapados en el egoísmo de convertir la crisis en una oportunidad para pasar „tiempo de calidad“ en casa actuando de forma muy individualista, en lugar de explicarle al niño la actual crisis global que atravesamos con sus razones, y concienciarlo. El comunicólogo Neil Postman dice en su libro „La Extinción de la Infancia“ que los niños son los mensajes vivos que enviamos a un tiempo que no podemos ver. Pero, añade: „La infancia, un invento moderno, está a punto de desaparecer. Esa invención creada por la máquina de imprimir se está destruyendo con las herramientas electrónicas actuales. Postman redactó este libro a principios de los años 80; han pasado casi cuarenta años y hoy estamos a punto de perder la infancia, uno de los grandes inventos del Renacimiento. Nos enfrentamos a una infancia obesa, carente de habilidades prácticas, alejada de la vida natural y que no puede jugar con el teléfono o el ordenador en caso de apagón. Mientras las clases medias experimentan esto, las clases bajas no pueden satisfacer sus necesidades más básicas.