Dr. Mahir Konuk
TURQUÍA /FRANCIA
HUMANO, un concepto dificil de definir. Dicha dificultad se deriva de que el ser humano, como ente concreto, es un ser multidimensional: El hecho de que sea una „parte del universo inorgánico“ es tan importante que nunca y bajo ninguna circunstancia debe olvidarse; especialmente en las condiciones de bloqueo neoliberal en las que vivimos, en las que los ideólogos “ anti-humanos “ ya no engañan con sistemas de creencias y escolasticismos, que han sido expuestos, sino con la „razón“. Por supuesto, el ser humano también incluye la sección del universo que llamamos „universo orgánico“, en calidad de un ser que es „dos veces animal“. Que sea „animal“ dos veces no se explica porque sea un ser privado de la facultad que llamamos „razón“ y abandonado por el universo a sus instintos, sino porque es „animal + 1“, es decir, ocupa un lugar más extremo en el cuadro de la existencia. Los científicos suelen referirse a este ser humano „animal + 1“ como „humanoide“.
SOCIEDAD: La sociedad, sin la cual la propia existencia humana no puede existir; cuya organización del tiempo (historia) y del espacio (hábitats sociales) es enteramente obra del individuo humano -a pesar de la intervención de las condiciones naturales-, ya que incluye todas las demás secciones del universo, orgánicas o inorgánicas; y la sociedad, que inevitablemente está siempre actualizada, siempre activa, para la reproducción continua de la vida humana… Sin embargo, a la hora de definir la existencia humana, no bastará con decir que „contiene sociedad o socialidad“ o que es humana sin estar socializada. Porque el ser humano es un ser „único“ que es también el creador de la socialidad que alberga.
Que la existencia humana contenga sociedad o socialidad y que no pueda existir sin este „elemento constituyente“ está directamente relacionado con el hecho de que es también y sobre todo un ser individual, es decir, un ser subjetivo. Esto quiere decir que no es posible definir la existencia humana sin abordar simultáneamente sus características sociales e individuales (en el sentido de ser sujeto, subjetividad). Esto quiere decir que, cuando se trata del concepto de tiempo, „mi relato“ no puede vivirse ni contarse a menos que se mezcle con „los relato de los demás“. Esto quiere decir que el individuo humano sólo puede hacer posible la continuidad de su propia existencia mediante la creación de un artefacto colectivo entre individuos, es decir, la sociedad o la comunidad.
El proceso que denominamos HUMANIZACIÓN es de hecho el nombre del proceso en el que la individualización y la socialización, que se contradicen mutuamente, se integran en forma de relación dialéctica y se traen mutuamente a la existencia. Por ende, el proceso que denominamos „humanización“ es el nombre del proceso en el que se el humano realiza su existencia como „humano + 1“ en sus propias condiciones objetivas concretas, a diferencia del simio „humanoide“. Si el proceso de „Animal + 1“ que inició la existencia humana en el tiempo y en el espacio ha evolucionado para dar lugar a un acontecimiento de „ruptura“ (Ruptura de la animalidad), el proceso „Humano + 1“ de la ruptura posterior a la existencia también se opone a la evolución tanto de la individualidad como de la socialidad. Convertirse en un ser humano como „Humano + 1“ no significa convertirse en un „ser humano superior“ (Nietzsche) o en un individuo bien educado que ostenta las estructuras de riqueza y poder político de la clase social dominante en la cumbre; sino que significa ser el sujeto de una forma de socialidad que va históricamente un paso por delante de la socialidad impuesta por el orden establecido. Entonces preguntamos:
¿Qué es el ser humano?
Partiendo del hecho de que el concepto de ser humano incluye una forma de ser concreta y multidimensional, esta pregunta tiene en realidad una única respuesta, aunque se puede reducir a muchas: El hombre es el mismísimo universo. Dicho de otro modo, al igual que el universo, tiene una objetividad que es ahora mismo y aquí. Pero esta objetividad no puede existir sin estar en un estado de devenir.1 el libro „El Problema del Devenir“, de Editorial El. Entonces, debemos añadir que el hombre es „el universo en estado de devenir„. Dicha definición supone un universo que se trasciende a sí mismo constantemente, al igual que el universo real, es decir, que es constantemente una especie de „Universo + 1“. El hecho de que la existencia humana se forme como „universo + 1“ dependiendo de que el universo esté en estado de formación es una indicación de que se encuentra en los „extremos“ del universo, donde „cada dirección es una dirección diferente“. Dicho de forma precisa, debido a que nuestro conocimiento del universo en su conjunto es aún muy limitado, no podemos decir que lo que definimos como existencia humana esté en el „extremo“, partiendo de la definición de esta entidad como „humano + 1“, podemos argumentar que también se podría definir como el universo que se autotrasciende.
La coincidencia del fenómeno del „universo que se autotrasciende“ („universo + 1“) y el fenómeno del „ser humano que se autotrasciende“ („humano + 1“), confirma la descripción de la existencia humana como un „universo autotrascendente“. Que la existencia del hombre y la existencia del universo coincidan nos conducirá a que existen otros aspectos que nedel universo coincidan nos conducirá a que existen otros aspectos que necesitan explicación entre ambos elementos a partir de la determinación de este hecho. Así que:
1) Al igual que la existencia del ser humano, la existencia del universo tiene subjetividad. Esto implica que ambos elementos sean los creadores de su propia existencia y de sus propias condiciones. No obstante, no coinciden estos dos productos „creados“ como resultado de sus propias actividades subjetivas. Esto demuestra que la subjetividad de estos dos elementos tampoco coincide. La subjetividad del universo se asemeja al universo mismo; lo reconocemos en la diversidad producida en su autocreación. La existencia humana es una de las subjetividades dentro de esta diversidad, pero es una subjetividad en el „extremo“. La subjetividad humana, como „producto“, ha creado la „sociedad humana“, que puede considerarse en cierto sentido como „su propio universo“. No obstante, los „sujetos-individuos“, que llevan la subjetividad humana, son a la vez el creador y el producto de la „sociedad humana„, que puede observarse y medirse objetivamente. La sociabilidad humana, como toda la existencia humana, es el universo mismo, que no puede existir sin estar en estado de devenir.
2) Al igual que el universo, la existencia del hombre es el producto de las contradicciones que se observan entre los polos „menos“ y „más“, es decir, de sus propias contradicciones internas… Expresiones como „universo +1“ y/o „humano + 1“ indican que las contradicciones que subyacen al acontecimiento del „devenir“ no son en realidad más que „contradicciones internas“. Las contradicciones internas del universo son las contradicciones entre los conceptos de „espacio“, que se considera de cualidad „menos“, y „tiempo“, que se considera de cualidad „más“. Contradicciones del mismo carácter, en lo que a la existencia humana se refiere, serán las contradicciones entre la sociedad y la historia, entre elementos que se crean mutuamente. Otra manifestación de dichas contradicciones es la contradicción creadora recíproca (dialéctica) entre el „sujeto-individuo“, portador de „mano de obra“ movilizado para la actividad de creación, y la „sociedad“, que significa „espacio estructurado“.
3) A nuestro juicio, este tipo de relación creativa contradictoria es también una relación entre la actividad de producción, que genera las condiciones objetivas de la existencia social, y la facultad de la „razón“, que está especialmente implicada en el diseño del producto resultante y su construcción en forma de „relaciones sociales“. Al tiempo que la contradicción entre las actividades de la mano de obra y la razón se recrean recíprocamente -el fenómeno del progreso-, otra expresión de la relación que crea la sociedad humana y, por tanto, la existencia humana en el universo es la relación contradictoria entre la „realidad objetiva“ y la „realidad ficticia“.
4) La contradictoria relación existente entre la „actividad laboral“ creadora y la „actividad intelectual“ más constructiva hace surgir la cuestión del „comienzo“ en el proceso de creación por parte de la humanidad de su propia existencia, que también podemos denominar „humanización„. Por lo general, antes de emprender una actividad de identificación, se plantea la siguiente pregunta: ¿Cuál es el lado dominante o „decisivo“ entre la „mano de obra“ y la „razón“, que entran en juego en la actividad autoproductiva de la existencia humana y que implican una „contradicción creativa“ entre ellas? Consideramos oportuno elegir basándonos en „hechos“ en lugar de intentar una determinación puramente „racional“ sobre un tema que tiene el peligro de conducirnos a un claro dilema y error y que nos lleva a equivocarnos en la existencia humana en el universo.
5) En cuanto a la búsqueda de un „comienzo“ fáctico para la especie humana, tenemos que fijarnos en la historia de la humanidad, donde encontramos una situación o varias situaciones que corresponden tanto a una ruptura fundamental como a un nuevo comienzo en el flujo evolutivo en el que todo cambió radicalmente, incluida la adquisición de la „facultad de la razón“. Es posible identificar la situación correspondiente a tal comienzo remontándonos al período paleontológico de la historia. El comienzo que aprobamos también es el „Homo Erectus“ (Hombre erguido), que surgió de la evolución del „simio homínido“ hace 2 millones de años.2 Esta constatación reposa en tres razones. En primer lugar, „ponerse de pie“ dispuso las condiciones orgánicas para que el hombre primitivo desarrollara la posibilidad de utilizar las manos. Dicho cambio equivale a un „cambio de régimen“ en la continua reproducción de la propia existencia del hombre. De esta forma, por un lado, se desarrollaron las condiciones para alcanzar las „fuentes de alimento“ al empezar a fabricar „herramientas“ (Homo Habilis) que modificarían sus relaciones con el universo exterior y, por otro lado, surgió en el seno de las propias comunidades humanas el „tiempo de trabajo“ necesario para esta labor o el tiempo de trabajo dedicado a fabricar herramientas, lo que supuso el inicio de la aparición de nuevas formas de socialización. En segundo lugar, cabe señalar que también allanó el camino para el „desarrollo“ del „cerebro“, que se opondrá en la repro reproducción continua de la vida humana. Con el surgimiento del Homo Erectus, podemos estar seguros de que estamos expresando una situación real si determinamos que „la existencia humana se concibió a partir del Homo Sapiens“, y también podemos aclarar por qué hicimos tal comienzo para los seres humanos. Opinamos que este tipo de relación „dialéctica“ creativa entre „mano de obra“ y „razón“, que comenzó con el „Homo Erectus“, ha continuado hasta nuestros días. En tercer lugar, „ponerse de pie“ ha creado un salto fundamental, quizá incluso más importante que el desarrollo de la actividad „intelectual“, al ampliar el horizonte de visión 180 grados desde el suelo, lo que significa la liberación del „ojo“, que tiene una función decisiva en el desarrollo de la percepción y la emoción humanas. De este modo, la tierra y el cielo se fusionaron y el cielo y las estrellas entraron en las mentes y los pensamientos de los individuos humanos, al tiempo que pudieron tocar sus sociedades, es decir, sus relaciones. Si nos arriesgamos a „exagerar“ tomando un atajo, también podemos decir que el pensamiento „ilustrado“ del siglo XVIII entró en el vientre de la existencia humana con el „Homo Erectus“.
Dicho salto evolutivo, basado principalmente en la percepción y el pensamiento, y por tanto opuesto a la transformación biológico-orgánica de la existencia humana, y que nos retrotrae al periodo paleontológico, tiene también consecuencias sociales que se extienden hasta nuestros días.
HUMANIZACIÓN como Individualización y Socialización
Consideramos que el surgimiento del „Homo Erectus“ significa también el comienzo de la transición del ser humano, que ha empezado a diferenciarse de un simio ordinario („Animal + 1“) en proceso de existir „por sí mismo“ („Humano + 1“), a la existencia humana „por sí misma“ („Humano + 1“). Esto significa que tiene dos consecuencias importantes a nivel de socialidad.
El primer resultado es la emergencia de la individualización, el primero de los dos componentes antropológicos del proceso de humanización. Este proceso es una consecuencia natural de los tres principales desarrollos orgánicos enumerados anteriormente. El individuo humano, de esta manera, dejaba de ser miembro de una manada „animalista“ y empezaba a adquirir una relativa „libertad“ y a ser „autónomo“, es decir, autosuficiente. Para la liberación del individuo humano, sería necesario, en primer lugar, que la mano, que es el órgano „creador“, el intelecto, que permite la actividad del pensamiento que hace posible el mejor uso de la mano, y las actividades de la percepción y de la emoción, que les son indispensables, se emanciparan gradual pero continuamente en función del cambio orgánico. Por este motivo, se puede afirmar que el inicio de la individualización, que es uno de los componentes del proceso que denominamos humanización, se puede rastrear hasta el comienzo del ser humano actual, el „Homo Erectus“, es decir, „el hombre que se puso de pie“.
Por otro lado, y de forma simultánea a la individualización, podemos argumentar que la socialización en3 el sentido actual también comenzó en las condiciones en las que se formaron las condiciones internas y externas para la renovación continua de la vida humana, a partir del „Homo Erectus“. Esta forma de socialización es el resultado de la acción de individuos que se „liberan“ gradual y continuamente de la vida en „rebaño“ en las condiciones del desarrollo de sus órganos „liberados“, y se crean a sí mismos en la medida en que crean las condiciones de una autonomía relativa. Lo que denominamos „sociedad“ debe ser el producto de estructuras formadas como resultado de nuevos tipos de relaciones entre individuos en un estado de desarrollo constante. De otra manera, también se puede decir que la sociedad es „el nombre de la organización que toma forma en el proceso del devenir y cambia de forma continuamente en el tiempo-espacio“.
La individualización y la socialización, que emergieron y se desarrollaron con el „hombre de pie“, se encuentran en un estado de contradicción creativa („dialéctica“) como otras contradicciones humanas, aunque en determinados periodos históricos y condiciones de vida una ha estado en condiciones de determinar a la otra. El producto de esta contradicción creativa (síntesis) es el proceso que llamamos „humanización“. Como se sabe, las formas que adopta la socialización dentro del continuo espacio-temporal reciben diversos nombres. Se trata, en primer lugar, de la forma de socialidad también llamada „comunal primitiva“ desarrollada por los humanos „cazadores-recolectores“.
En cuanto al siguiente paso en la socialización de los seres humanos en la escala „arqueológica“ del „gran tiempo“, nos referimos al periodo „neolítico“ iniciado por la „revolución agrícola“. Entre los rasgos más destacados de este periodo, que se extiende hasta nuestros días, figura el hecho de que el origen de la reproducción de la vida humana ha pasado gradualmente del control de la naturaleza al control de la sociedad, aunque de forma paulatina. De esta manera, la característica más prominente y priinicialmente „basada en la agricultura“ es la creación de un „producto residual“ -el valor-. Esto implica, por un lado, una transición para los seres humanos de una forma de autonomía en el tiempo y el espacio a otra (gracias al „tiempo extra“ que el producto residual proporciona ahora a los individuos), por otra parte, también implica que se está creando una sociedad de individuos con mayor „libertad“ y, por tanto, „autonomía“. Paralelamente, indica que se ha dado un paso más en la creación de un nuevo tipo de seres humanos que crean directamente sus propias condiciones de vida. Bajo las condiciones de „estructuración social“ que llevan a nuevas formas sociales, el tiempo social se ha desvinculado cada vez más del determinismo de la naturaleza. Desde la mitad de este periodo, los individuos creativos liberados que inventaron la „escritura“ empezaron a escribir su propia historia.
La estructuración social transformada, que viene determinada por la escritura de la historia, se realizará sobre la base de la provisión, transformación y puesta en común del producto proporcionado por la participación de individualidades creativas. Si bien el nuevo tipo de estructuración social hará mucho más específica y compleja la división social del trabajo, también revelará las clases sociales junto con el „aparato estatal“ que determinará todo el proceso de estructuración posterior.
Las clases sociales se materializan mediante la „confiscación“ del „producto sobrante“ utilizando el „aparato estatal“ sobre la base del derecho a la propiedad de los medios de producción. Las clases sociales, junto con el desarrollo de las fuerzas productivas y las condiciones de producción con el paso del tiempo, también constituyen diversas formas sociales. Se llamará „sociedad esclavista“ a la forma social realizada a través de la „actividad agrícola“ en la antigüedad. Se denomina „sociedad capitalista“ a la forma de estructuración social emergida en las condiciones de la llamada „revolución industrial“ y de la actividad de producción de las fuerzas productivas mediante el consumo de energía distinta de la fuerza de trabajo y mediante la participación de la fuerza de trabajo de los seres humanos en las „máquinas“ de trabajo. En el primer tipo de forma social gobiernan los „propietarios de esclavos“, mientras que en el segundo tipo de forma social gobiernan los „propietarios de capital“ (capitalistas), que concentran el capital explotando la fuerza de trabajo, la „principal fuerza creadora de valor“ de los trabajadores, a los que no se les da otro lugar en la sociedad que el de „esclavos liberados“.
Las clases gobernantes, que organizan la estructura social en su propio beneficio haciendo de los „medios de producción“ y del producto su propiedad privada, organizan también las relaciones sociales entre los individuos y, con el tiempo y en función de las condiciones de producción, las modifican o hacen que nuevas formas sociales sustituyan a las suyas. De acuerdo con otra definición, la materialización de las formas sociales conforme a la estructura social se denomina socialización. Por otra parte, la socialización también regula la „integración“ de los individuos „liberados“ en la estructura social y, al hacerlo, actualiza constantemente la existencia de las clases sociales e intenta sustituir la renovación constante de la existencia humana. La socialización garantiza la continuidad de la vida humana y, al mismo tiempo, crea actividad política, cultural e intelectual, estructurando y almacenando la producción en este ámbito, garantizando su transmisión en el tiempo y su actualización continua.
En el proceso de socialización, las instituciones sociales -como la familia, la escuela, etc…- que forman parte de la estructura social y desempeñan papeles importantes. La familia ha asumido la actividad de educación y aprendizaje desde el principio. No obstante, posteriormente la familia ha cedido estas funciones a la institución „escolar“ y se conforma en gran medida con la socialización a través de las normas y valores culturales de la clase social o grupo „étnico“ al que pertenece la familia.
Asimismo, la socialización condicionará la forma de individualización de sus „coros“ y el nivel que alcance con el tiempo. Los procesos de individualización y socialización, que tienen un valor existencial para la formación de la humanidad, buscan el equilibrio para crear el proceso de humanización en la medida en que se contradicen. Puesto que el estado de equilibrio significa „permanencia“ en el tiempo y en el espacio, también es decisivo en la formación de la identidad, que no tiene otro significado que el de ser una „forma permanente“. En definitiva, la identidad de cada individuo vendrá determinada por el equilibrio entre estos dos procesos antropológicos. La afirmación de la identidad puede materializarse en forma de local (religión, lengua, nacionalidad, etnia, etc.) o en forma de „ser humano“, cuyo contenido es de gran riqueza. Por tanto, la autoidentificación del individuo como „ser humano“ se vuelve cuestionable bajo las condiciones de aceptación unilateral del principio de „individualización extrema“ y „antisocialidad“ y la producción continua de desequilibrios (neoliberalismo).
Un comportamiento excesivamente individualista y que persigue la concentración del capital -es decir, el elemento económico que sólo tiene un valor ficticio, el dinero- tiene un efecto objetivamente destructivo sobre la sociedad humana y la socialización del individuo. Bajo condiciones normales, es decir, cuando la historia sigue el proceso de socialización, el capital materializa su concentración socializando o integrando a los individuos „liberados“ de un modo que también conduce a la explotación. En este caso, el „sistema capitalista“ y la „sociedad humana“ suelen solaparse a pesar de las crisis inherentes a la concentración capitalista del capital. Ahora bien, durante el período del colapso total del sistema capitalista, que también denominamos período „neoliberal“, la integración de los „individuos liberados“ se volverá imposible y la tendencia histórica de superposición entre el „sistema capitalista“ y la „sociedad humana“ llegará a su fin y será sustituida por un período de „aniquilación – destrucción“ mutua. Mientras que esta situación, a pesar de todo, lleva al sistema a un estado vegetativo, llevará al individuo trabajador, que ha perdido toda su creatividad junto con su empleo, a buscar o crear nuevas formas sociales.
Los capitalistas, que son los sujetos de la „destructividad“ y sólo pueden existir a través de la explotación, confrontan al final de este proceso a los trabajadores con poder creador con su propio destino histórico, al tiempo que eliminan sus propias condiciones de existencia; pero ahora que han llegado al final de su propia historia o del tiempo que les ha sido asignado en la historia de la humanidad, no tienen nada más que hacer. Cuando el pueblo trabajador se lo permite, no puede hacer más que prolongar su „estado vegetativo“ ligando el destino de toda la humanidad a su propio destino… El „cambio de régimen“, en particular al aumentar la exigencia de la „facultad de la razón“, ha provocado un cambio „orgánico“ muy importante.
Educación y aprendizaje como formas de socialización
Para que podamos plantear la educación y el aprendizaje es necesario que nos remontemos al „Homo Erectus“, donde todo empezó en nombre del hombre: „Al universo de pie“, que es el principio de las manos „liberadas“ del hombre para crear obras maestras que cambiarán todo el mundo ecológico; al universo que se manifiesta como „Humano + 1“ que moviliza su mente liberando su cerebro para crear sus obras maestras; al ser humano que liberó todas sus percepciones y emociones para alzar su horizonte del suelo al cielo, y así, sacar al cielo de ser algo suspendido arriba y englobarlo en las relaciones sobre la tierra, y que empezó a vivir „para sí mismo“ y en su propia casa (sociedad)… Y a raíz de todo ello, y lo que es más importante, al comienzo de la creación de la sociedad en el sentido actual como „individuo-sujeto“ que adquirió la capacidad de regular su propio comportamiento para convertirse en un ser „creador“…
Educar y enseñar es una forma específica de lo que denominamos „socialización“ y, como en todos los asuntos humanos, implica una individualidad „libre“ y creativa. Por ende, si bien son vistas como actividades vinculadas a la infancia y a la juventud, aún distantes y al mismo tiempo necesitadas respecto del universo del que han surgido y de la sociedad a la que deben la continuidad de sus vidas, son o deben ser vistas como actividades que continúan de manera ininterrumpida a lo largo de toda la línea de vida del individuo. Es necesario que los sujetos de la educación y las actividades de aprendizaje sean „libres“ y que el contenido de estas actividades sea abierto.
Las actividades de educación y formación también son actividades de producción y, por tanto, están sujetas a la regla „humano + 1“. Por lo tanto, no se trata de una simple transmisión de normas, procedimientos y métodos, de conocimientos adquiridos y estructurados (categorizados) sobre el universo y la sociedad en todos los ámbitos de la vida, por educadores y profesores, y del „grabado en la mente“ (Durkheim) de los educados y aprendices. El derecho a ser „sujeto“ no es un derecho exclusivo de los primeros. A menos que consideren a estos últimos como „sujetos“ y organicen sus actividades en consecuencia, no estarán realizando una actividad productiva como educadores y profesores. Esto implica que, si se les reconoce como „sujetos“, los estudiantes también participarán en la actividad creativa de producir forma, método y contenido informativo.
La participación activa del alumno en la producción se realiza principalmente mediante preguntas y cuestionamientos. Dichas cuestiones se refieren tanto al método (pedagogía) seguido por el profesor como a la información que constituye el contenido. Si las preguntas del alumno se tienen en cuenta y se evalúan con el sentido correcto, también servirán para que el profesor participe en la actividad de producción como „creador“.
En el caso de la persona „Humana + 1“, no hay nada en su vida que no esté socializado. Entre ellos está la socialización del firmamento con todas sus estrellas y galaxias, desde que el pueblo „Hombre + 1“ se „levantó“ y
liberó sus percepciones. El aprendizaje y la educación constituyen el acto de juntar la tierra y el cielo y las actividades de los individuos libres que participan en esta actividad a cualquier edad y en cualquier situación, así como su participación en las relaciones interpersonales. Estas actividades están basadas en todo tipo de conocimientos socializados. Esto quiere decir que la socialidad y las formas de socialización son espacios en los que se almacena y transmite todo tipo de información de individuo a individuo, de generación en generación. Por ende, también los sistemas sociales que vertebran la socialización y configuran el flujo de relaciones entre los individuos regularán y dirigirán las actividades de educación y aprendizaje. El ejemplo más concreto de esto lo ha vivido la humanidad en el proceso por el cual el „sistema capitalista“ estructurado por el capital ha organizado la educación y el aprendizaje, así como todas las relaciones entre los individuos. El capital, desde el principio de su concentración, al apoyar la „revolución industrial“ y el pensamiento de la „Ilustración“, en el que la ciencia y la tecnología se desarrollaron rápidamente, conduciéndolo a tasas de renta gigantescas, había sido precursor del desarrollo de las „fuerzas productivas“, que eran enteramente de su propiedad privada, en términos económicos, políticos e ideológicos.
En la actualidad, se ha puesto de manifiesto sin equívocos que las inversiones y el apoyo político del capital al desarrollo de la ciencia y la tecnología a través del „desarrollo de las fuerzas productivas“ no son en realidad más que „amistad de oso“. El respaldo inicial del capital a la educación y la formación mediante el desarrollo de las fuerzas productivas ha tenido grandes efectos sobre el propio capital. O sea, desde el inicio, el capital asignado a la inversión en este campo y llamado „capital inmutable“ ha incrementado de manera constante el capital total frente al capital asignado a la compra de „mano de obra viva“ y llamado „capital cambiante“. Es decir, mientras que la disminución del „capital cambiante“, que garantiza la „acumulación de capital“, ha provocado irreparables problemas sociales, ha disminuido el segmento que contribuye a la acumulación sólo en forma de „aumento de la eficacia de la producción“ y exige cada vez más capital. Esta situación ha creado una ruptura absolutamente irreversible entre el „sistema capitalista“ y la sociedad humana, que empieza a colmarse de „población sobrante“ sin empleo, a la que considera inútil, y la parte asignada a la educación y la formación ha empezado a considerarse innecesaria para el segmento de población que ahora se ha convertido en un „se debe matar“ para el sistema. Se ha abandonado en gran medida a su suerte a todas las instituciones educativas y de aprendizaje, especialmente a las universidades, y se ha dejado a las instituciones educativas y de investigación directamente a la iniciativa de las empresas controladas por el capital, con el fin de eliminar el principio de que deben ser „autónomas“ en el sistema capitalista para ser científicas en su gestión y orientación.
El capitalismo que arremete contra la socialización limita al mismo tiempo la razón, la percepción, los horizontes y la creatividad del ser humano y, al mismo tiempo, suprime la libertad del individuo humano, salvo su participación en el acto de autodestrucción y aniquilación. Asimismo, en el período en que vivimos, colocar los espectaculares descubrimientos de la ciencia y de la tecnología en el escaparate no hace más que ocultar el hecho de que el progreso científico, liberado de los grilletes del capital y restablecido en una posición de liderazgo por las revoluciones sociales, sea muchas veces mayor que el progreso realizado dentro de los límites impuestos por el capitalismo. Al utilizar la ciencia y la tecnología dentro de los límites establecidos por el capitalismo, dispositivos como las „tarjetas magnéticas“ o los „teléfonos móviles“, que se entregan a los individuos a precios disparatados, se utilizan en realidad para controlar el comportamiento de las personas, limitar su libertad e incluso perjudicar su existencia física.4 Las agresiones emprendidas por el sistema capitalista contra la sociedad humana y el individuo se realizan ahora mediante dictaduras fascistas liberales.
Humano y Sus Derechos
El concepto de „derecho“ es un concepto jurídico; por ello está bien definido y su aplicación se materializa mediante determinadas instituciones. Por consiguiente, se irá desarrollando de forma continua en el tiempo y en el espacio dependiendo de la evolución del proceso de humanización y/o socialización. Dicho de otro modo, la individualidad humana y las estructuras institucionales son favorables al „derecho y la ley“ en la medida en que están socializadas y refuerzan la socialización en lugar de dificultarla; en esa medida la refuerzan o la debilitan. La socialización y popularización del concepto de „derecho“ dará origen al concepto de „justicia“. Entonces, justicia equivaldría a un „derecho“ que se reparte de manera equitativa entre todos los miembros de la sociedad y que tiene en cuenta sus circunstancias individuales.
Por otra parte, el concepto de „humano y sus derechos“, que remonta al proceso de humanización, se relaciona de forma directa con la „libertad individual“ y, por tanto, con la individualización. El proceso de socialización, al ser portador de todo lo relativo al ser humano, también es portador de las leyes que determinan los „derechos del ser humano“, que se plasman en el „derecho escrito“ y se realizan mediante las instituciones, a lo largo del tiempo (la historia) y las difunde en el espacio (la sociedad). Este proceso es a la vez un acto de limitación, que no puede tomar en consideración la constante evolución de los factores internos y externos del humano. Este trabajo, al igual que toda actividad productiva, requerirá la intervención de la creatividad individual. De este modo, la dialéctica de la contradicción creadora existente entre los dos componentes del proceso de humanización que son la individualización y la socialización, evoluciona en el tiempo y en el espacio transformando constantemente el „derecho“ y el „deber“, que se encuentran en una relación contradictoria del mismo tipo, el uno en el otro.
Puesto que el concepto de „derecho“ también hace referencia al „individuo“ y a la individualización, suele confundirse con el concepto de „conciencia“, que es subjetivo o se limita a la subjetividad (emoción y percepción). No obstante, el „derecho“ ha de ser „objetivo“, es decir, ha de definirse y consignarse por escrito para que pueda perdurar en el tiempo y distribuirse de forma „justa“ a todos los individuos del espacio social. La „conciencia“ se refiere a un único acontecimiento y proceso de acontecimientos; requiere y se limita a la intervención en circunstancias excepcionales, como las creadas por causas naturales -como la sequía- o políticas -como el estado de guerra-. Las intervenciones denominadas de „ayuda humanitaria“ por parte de los municipios y diversas organizaciones caritativas también quedarán incluidas en esta categoría y, por lo tanto, no podrán incluirse en el concepto de „derecho“, aunque se acepten como una forma de „participación social„. Porque se trata de una forma de intervención que no elimina la distancia entre el ayudante y el ayudado, que suele basarse en la „desigualdad“ en cuanto a su posición social y a menudo requiere asistencia, sino que, por el contrario, preserva esta distancia debido a su carácter „temporal“. De hecho, tiene la misma naturaleza que la concepción de los derechos, la ley y la justicia en la época en que no se mataba a los prisioneros de guerra como en el pasado, sino que se les permitía vivir para trabajar como „esclavos“.
El abordaje de la „situación difícil“ mediante los conceptos de derechos y justicia es permanente en la medida en que se realiza por socialización, y es estructural en la medida en que se generaliza sobre la base de la „ley de igualdad“; no es temporal sino permanente. Asimismo, tiene un carácter „universal“ por ser objetiva y estar claramente definida, y conlleva la obligación de intervenir en favor de todos los miembros de la sociedad. Por resumir en una frase, una intervención provisional bajo el nombre de „ayuda humanitaria“ sólo implica una donación como „caridad“; en cambio, una intervención basada en los derechos, el orden público y la justicia implica una intervención basada en el compartir, aunque su forma y su contenido sean controvertidos.
Igualmente, opinamos que la „ayuda humanitaria“, que significa „limosna“, no debe confundirse con la „solidaridad“ (solidarité), que Durkheim, uno de los fundadores de la sociología, veía como la manifestación de la objetividad llamada „relaciones sociales“. Según el sociólogo, la „solidaridad“ es el principio fundador de la socialización y tiene un carácter „institucional“. Por otra parte, al considerar todas las formas de solidaridad directamente como parte de la humanización, se tratará de una forma de „solidaridad“ movilizando directamente las iniciativas individuales en los casos en que las instituciones de la estructura social sean „incapaces“ o „insuficientes“. Durante la reciente catástrofe sísmica que se cobró la vida de más de 50.000 personas, tuvimos ocasión de observar los ejemplos más llamativos de la diferencia entre „solidaridad“ y „limosna“; hemos sido testigos de un jefe de Estado que distribuye un fajo de billetes regañando a la gente, de las estructuras institucionales del gobierno que llegaron tres días tarde al lugar de la catástrofe y no pudieron responder a las necesidades ni siquiera hoy, y de la asombrosa contradicción entre los „amantes de las rentas“ y los „amantes del pueblo“ de la oposición real, formada por estructuras políticas y sociales que han hecho milagros sobre el terreno a pesar de todos los esfuerzos de obstrucción de las fuerzas de seguridad…
Por último, debemos plantearnos el impacto en la „solidaridad social“ institucionalizada de la contradicción entre el „sistema capitalista“ y la sociedad humana, que, tras el fenómeno de la „globalización“, ha dejado de ser el problema de un país en particular para convertirse en el problema de todos los países del mundo, arrastrando a toda la humanidad a un proceso de destrucción y extinción. El capital, que impulsa el sistema capitalista, pero que ha perdido gran parte de su antigua capacidad de socialización, elimina la concentración que lo mantendrá vivo, aunque sólo sea en forma de „vida individual“, usurpando los derechos de la clase trabajadora en su propio país, conseguidos como resultado de largas y en algunos casos sangrientas luchas y garantizados por instituciones (leyes), y/o reduciendo los logros que existen en calidad de
„derechos“ al estatus de „limosna“.
Cuando se trata de solidaridad, la contradicción fatal entre el sistema capitalista y la sociedad humana que amenaza la existencia humana, aleja la „ayuda humanitaria“ de su propia naturaleza al elevarla a la categoría de los conceptos de „derecho“, „ley“ y „justicia“, que suponen una continuación de la propia estructura social. Se prevé una prestación de „asistencia social“ para mantener vivas a pesar de todo a las masas que han pasado a formar parte del ejército de parados, cuyo número no deja de aumentar desde hace mucho tiempo, que han perdido su derecho a percibir el „subsidio de desempleo“, que han perdido su condición de „trabajadores“ y que casi han sufrido una „pérdida de identidad“. A este respecto, el nuevo plan de la política procapitalista consistía en hacer de estas ayudas, que se habían concedido bajo diversos nombres y „condicionalmente“ durante 30-40 años, un „derecho universal“ y generalizarlas. Este plan tendría repercusiones extremadamente destructivas y aniquiladoras a medio y largo plazo para la humanidad y la humanización. De este modo, los humanos se separan entre sí como si fueran dos tipos de seres diferentes; por un lado, la categoría de „ser humano“ que existe dentro de los límites del sistema capitalista y se acepta como „normal“, y por otro, la categoría de ser humano de „2ª clase“, que ha perdido su productividad (creatividad) al haber sido expulsado de la actividad económica.
Dicha masa de personas de „2ª clase“, que ya constituye una masa muy grande de trabajadores, también es expulsada „de la humanidad“ para ser castigada haciéndose responsable a sí misma, y no a los propietarios del capital, del hecho de haber sido expulsada del sistema capitalista. Esta política, que puede considerarse una forma de „eugenesia“, indica que la „creatividad individual“ de los trabajadores, que debería considerarse el derecho más fundamental derivado de la condición de ser humano, se elimina con su participación en la actividad productiva. Este tipo de usurpación del derecho del individuo a ser „sujeto“ es un acto de destrucción que implica la usurpación del derecho a crear nuevas formas de socialidad y, al crear nuevas formas de socialidad, a participar en el acto de recrear constantemente la existencia humana en el universo.
Asimismo, hay una política alternativa, liderada por el economista y sociólogo francés Bernard Friot5, que devuelve al individuo humano el derecho a participar en la creación de la existencia humana junto con el derecho a ser un „sujeto creador“. Dicha política plantea conceder al trabajador el derecho a un „salario vitalicio“ (salaire a vie) para devolverle su derecho humano a ser creativo, incluyendo así en la „actividad del trabajador asalariado“ la formación (educación y aprendizaje) que contribuye a la „creatividad“ y la „cualificación“ que calcula las competencias adquiridas en términos de ser productivo.
Esta discusión pone de manifiesto que el futuro de la humanidad depende del futuro de la sociedad humana y del individuo libre como fuente de la creatividad humana. La existencia del ser humano, que cubre un periodo de unos 2 millones de años según el comienzo identificado, se prepara para „cambiar de cáscara“, para pasar de una forma de existencia social a otra con el fin de asegurar su continuidad en el universo. Al parecer, tanto si lo queremos como si no, seremos los sujetos de este cambio que hará posible la extinción o la continuación de la vida
Bibliografía Breve:
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Konuk Mahir, ÇIKIŞ HATTI, Nasıl Yapmalı? İstanbul, 2020.
Konuk Mahir, OLUŞ SORUNU, Ne yapmalı? İstanbul, 2021.
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- No obstante, en nuestra opinión, tanto en los círculos científicos como en la opinión pública más amplia, el "Homo Sapiens" (Hombre inteligente) se considera un principio por razones ideológicas y políticas. Hace 1,8 millones de años, el "Homo Habilis" (hombre hábil) era contemporáneo del "Homo Erectus"-2 millones de años-.
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