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BİRTEK-SEN – ONSEJO DE DIRECCIÓN – Bilge Seçkin ÇETİNKAYA

Bilge Seçkin ÇETİNKAYA
BIRTEK-SEN

Frente a unas cadenas globales de suministro cada vez más integradas, la resistencia laboral fragmentada y localizada ya no es suficiente. Desde Turquía hasta India, desde Bangladés hasta Uganda y Nigeria, las y los trabajadores del sector textil y de la confección están atrapados en la misma red de explotación—produciendo para las mismas marcas, bajo condiciones similares de precariedad y represión. Sin embargo, nuestras luchas siguen siendo en gran medida aisladas. Nuestra organización es reactiva. Nuestra capacidad para enfrentar al capital global está limitada por las fronteras, los desequilibrios estructurales y la ausencia de una infraestructura coordinada.

Como Birtek-Sen, un sindicato independiente y de base que organiza en el sector de la confección en Turquía, apoyamos el surgimiento de una red transnacional de sindicatos militantes—arraigados en las luchas locales pero comprometidos con la construcción de un poder colectivo más allá de las fronteras. Esta iniciativa no consiste en crear otro proyecto al estilo de las ONG, ni en repetir las estructuras institucionales existentes. Se trata de un esfuerzo político por reivindicar el internacionalismo desde abajo: forjado por quienes se organizan en condiciones de riesgo, escasez y represión estatal.

La visión es sencilla pero ambiciosa: establecer una infraestructura compartida de conocimiento, estrategia y respuesta rápida que vincule las luchas locales, rastree las violaciones transfronterizas y posibilite una acción coordinada contra el poder concentrado de las grandes marcas. Cada sindicato participante aportaría datos estratégicos fundamentales desde su contexto—mapeando la estructura del sector textil y de la confección, la composición de la fuerza laboral (con especial atención a mujeres, migrantes y trabajadores informales), las marcas dominantes y sus esquemas de abastecimiento, los niveles de sindicalización y cobertura de convenios colectivos, así como episodios recientes de represión o resistencia. Este conocimiento se gestionaría de forma colectiva y se actualizaría regularmente, formando la base para un análisis y acción compartidos.

Una infraestructura así nos permitiría identificar patrones de abuso a través de diferentes geografías: una marca que reprime derechos sindicales en Uganda podría ser la misma que se beneficia del trabajo infantil en Bangladés o despide a trabajadores organizados en Turquía. Al conectar estos puntos, podemos construir campañas que no sean solo reactivas, sino estratégicas—nombrando responsables, ejerciendo presión y recuperando el poder narrativo.

En el corazón de esta propuesta hay un compromiso con la respuesta rápida. Cuando se arresta a dirigentes sindicales, cuando se reprimen huelgas con violencia, o cuando la organización sindical es desmantelada mediante despidos masivos, no podemos esperar. Debe existir un mecanismo de acción de 48 horas para emitir comunicados conjuntos, activar campañas en redes sociales, producir contenidos visuales de solidaridad y presionar a las marcas e instituciones mediante cartas dirigidas e intervenciones públicas. No es caridad—es defensa política.

La red se regirá por varios principios fundamentales: toma de decisiones horizontal; flujo de información directo desde las y los trabajadores y las y los investigadores locales, sin filtros corporativos ni tecnocráticos; visibilidad compartida en todas las campañas; y un compromiso firme con situar al Sur Global no en los márgenes de la solidaridad, sino en el centro del análisis, el liderazgo y el poder.

Al mismo tiempo, esta red no busca aislarse del panorama más amplio del movimiento laboral internacional. Por el contrario, aspira a colaborar estratégicamente con federaciones sindicales globales, campañas de solidaridad, centros de investigación y hasta ciertos elementos de las infraestructuras del comercio ético—siempre que dicha cooperación esté basada en el respeto mutuo por la autonomía y moldeada por los análisis y realidades de quienes se organizan desde el terreno.

Para nosotros, no se trata de una estructura paralela, sino de una intervención necesaria: una intervención que insista en la urgencia de la coordinación política, no sólo de la alineación técnica. En una época en la que el capital se mueve más rápido que nunca—configurando las cadenas de suministro, eludiendo la rendición de cuentas y convirtiendo las crisis en armas—las y los trabajadores deben organizarse con la misma velocidad, claridad y ambición.

Puede que no tengamos las plataformas mediáticas ni los recursos financieros de las marcas que enfrentamos. Pero nos tenemos el uno al otro. Y si construimos esto de manera acertada—basado en conocimiento compartido, estrategia colectiva y defensa mutua—no solo resistiremos la explotación. Transformaremos las condiciones que la hacen posible.