/EDUCACIÓN Y SOLIDARIDAD – Rosa CAÑADELL

EDUCACIÓN Y SOLIDARIDAD – Rosa CAÑADELL

Rosa CAÑADELL
Licenciada en Psicología. Profesora. Articulista – CATALUNYA

Fuente: Creado con IA

„La humanidad está en crisis y no hay
otra salida a la crisis que la solidaridad”.
Zygmunt Bauman

La solidaridad es uno de los valores fundamentales para una buena convivencia en un mundo cada vez más diverso, más injusto y más desigual. La solidaridad implica, básicamente,
el rechazo a la injusticia en todos los ámbitos, la actitud de empatía con los más desfavorecidos y la voluntad de luchar contra todo tipo de abuso, discriminación, explotación, pobreza, desigualdad y violencia.

La escuela es el ámbito de socialización por excelencia de nuestros niños y jóvenes. Si la escuela, tal como dicen los expertos, tiene que preparar al alumnado para vivir en la sociedad
del siglo XXI, todo apunta a que ésta está pasando por un momento de múltiples crisis que nos pueden abocar a un mundo cada vez más inhumano. Es por eso que la escuela tiene que hacer una tarea muy importante para educar en y para la solidaridad.

Estamos en un momento en que se está produciendo un aumento a nivel global de los discursos de odio y un aumento de la polarización social que hacen muy difícil plantear debates de forma respetuosa y no violenta. Los medios de comunicación, las redes sociales y algunos discursos políticos contribuyen a esta crispación y a menudo esconden de manera descarada los verdaderos motivos de los males que nos afectan.

Tenemos niños/niñas y adolescentes enganchados al móvil, siguiendo las proclamas de youtubers y influencers (incluso a veces dentro de los propios centros educativos) y sin conocimientos ni criterio para defenderse, para distinguir lo que es verdad de lo que es mentira, lo que es válido o lo que es ético. La derecha es muy activa en estas redes y esta progresiva derechización de la sociedad nos interpela a todas las personas dedicadas e interesadas en la educación. De hecho, los discursos ultra también han penetrado en las aulas y han seducido a un sector de nuestra juventud. Y es que si la sociedad vira hacia la derecha y la extrema derecha, a nuestro alumnado también se le contagia.

Pero, si bien desde la educación nopodemos cambiar el mundo, como dice Paulo Freire, sí que podemos “cambiar las personas que cambiarán el mundo».

La educación para la solidaridad y por la justicia global, implica el conocimiento y el análisis crítico de los conflictos y la comprensión del funcionamiento del mundo, de la realidad tanto local como mundial. Y esto quiere decir impartir aquellos conocimientos que ayuden al alumnado a comprender las causas y las consecuencias que generan las desigualdades, las injusticias y los conflictos. Hay que hacer explícito que la violencia es una manera negativa de resolver los conflictos. Con la violencia no gana la razón ni la justicia, sino la fuerza. Y el
más fuerte no tiene por qué ser el mejor. Hay que estudiar como el uso de la violencia siempre crea sufrimiento y a menudo crea más problemas de los que pretendía evitar. Hay que analizar cuáles son las causas de las guerras, los pasadas y las actuales, y ver como detrás de ellas siempre hay intereses económicos y/o de poder de una minoría que son quienes deciden empezar la guerra, pero no los que la sufrirán en sus carnes.

Y también hay que contribuir a un cambio de actitudes y de prácticas que hagan posible que nuestros jóvenes se conviertan en ciudadanos respetuosos, solidarios con los más débiles y
comprometidos con la transformación social. El espacio educativo proporciona situaciones en las que practicar estas actitudes, hay que aprovecharlas y ayudar a cada alumno a construir un sistema de valores propio que se base en los valores de la paz y los derechos de todas las personas. Hay un montón de recursos didácticos que nos pueden ayudar a trabajar dentro del aula. Pero el más importante es tener claro que las relaciones que se dan dentro del aula, tanto entre el alumnado como entre éste y el profesorado, son capitales para ayudar a construir esta cultura de la solidaridad.

En definitiva, educar a nuestros niños y jóvenes en la convicción que hay que cambiar un mundo profundamente injusto y que la violencia nunca es el camino, es la mejor manera de trabajar para la paz y la solidaridad.