/Discurso de la Ministra de Educación Básica, Sra. Angie Motshekga, en el Simposio Continental sobre Democratización y Descolonización de la Educación*

Discurso de la Ministra de Educación Básica, Sra. Angie Motshekga, en el Simposio Continental sobre Democratización y Descolonización de la Educación*

que se celebró en el Southern Sun, Gauteng
9 de Diciembre de 2023

Señoras y Señores,
Estimados Delegados,
Honorables Invitados,

Para mí es tanto un privilegio como un honor, en mi calidad de Ministra de Educación Básica de la República de Sudáfrica, dirigirme a esta distinguida asamblea en las Conferencias Continentales de África, dedicadas a la Democratización y la Descolonización de la Educación.

Hoy, reunidos aquí en O.R. del Southern Sun Aeropuerto Internacional Tambo de Gauteng, nos encontramos en un momento crítico de la historia de la educación básica africana.

Esta conferencia, que se basa en los pilares establecidos por dos simposios internacionales celebrados en Alemania en 2016 y 2018, forma parte del Proyecto para la Extensión del Derecho a la Educación (Proyecto Artículo 26).

Esta conferencia supone un hito histórico: es la primera vez que se celebra en suelo africano y se centra específicamente en los retos y oportunidades únicos de nuestro continente.

Estamos aquí para construir sobre los cimientos asentados por el Proyecto Artículo 26, que pretende con ambición extender el Derecho a la Educación enunciado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) establece que la educación debe ser gratuita, al menos en las etapas elemental y fundamental.

Constituye la primera definición acordada a escala internacional del derecho a la educación.

Con el paso del tiempo, este derecho se ha descrito como un derecho dual, que combina tanto las libertades fundamentales como los derechos sociales y económicos.

Nuestra presencia aquí marca un cambio importante en el curso del discurso educativo en África – de la aceptación pasiva al compromiso activo, y de las imposiciones históricas a un futuro de autodeterminación en las políticas y prácticas educativas.

En el momento en que nos encontramos aquí, las últimas cifras del Instituto de Estadística de la UNESCO (UIS) pintan un panorama inquietante. Entre todas las regiones, el África subsahariana presenta las tasas más elevadas de exclusión educativa.

Más de una quinta parte de los niños de entre 6 y 11 años están fuera de la escuela, y un tercio de los jóvenes de entre 12 y 14 años también están fuera de ella.

De acuerdo con los datos del Instituto de Estadística, casi el 60% de los jóvenes de entre 15 y 17 años no están escolarizados.

De no adoptarse medidas urgentes, es probable que la situación se agrave, puesto que la región se enfrenta a una creciente demanda de educación debido al aumento de la población en edad escolar.

La educación en África es una de las principales prioridades de la UNESCO y de su Instituto de Estadística.

Como respuesta a esta situación, el Instituto de Estadística desarrolla indicadores para ayudar a los gobiernos, donantes y socios de las Naciones Unidas a afrontar mejor los retos.

Por ejemplo, el Instituto de Estadística analiza en qué medida las escuelas carecen de servicios básicos, tales como el acceso a la electricidad y al agua potable, al tiempo que supervisa las condiciones de las aulas, desde la disponibilidad de libros de texto hasta el tamaño medio de las clases y la prevalencia de aulas multigrado.

En Sudáfrica, el año 1996 (dos después de instaurar nuestra democracia), el estudio sobre el Registro de Necesidades Escolares reveló que menos de la mitad de las escuelas disponían de instalaciones adecuadas.

No obstante, la Encuesta de Seguimiento Escolar de 2022 revela avances sustanciales: El 87% dispone ahora de aseos adecuados, el 81% de agua corriente y el 93% de electricidad, lo que indica una notable mejora del sistema.

El Instituto de Estadística también proporciona datos sobre la formación, contratación y condiciones de trabajo de los profesores, ya que siete de cada diez países sufren una grave escasez de profesores.

Señoras y señores, la educación de las niñas es una prioridad importante. Según datos del Instituto de Estadística, en el conjunto de la región, 9 millones de niñas de entre 6 y 11 años no irán nunca a la escuela, frente a 6 millones de niños.

Lamentablemente, su desventaja (la de las niñas) empieza pronto: El 23% de las niñas están sin escolarizar, frente al 19% de los niños. Al llegar a la adolescencia, la tasa de exclusión de las niñas es del 36%, frente al 32% de los niños.

En el país, la situación ha mejorado algo en los últimos quince años, desde que el mundo, incluyendo África, nos ayudó a derrotar el régimen del apartheid en 1994.

De acuerdo con la última encuesta de Estadísticas de Sudáfrica, el acceso a la educación básica para los niños de siete a quince años ha mejorado significativamente y ahora es casi universal.

Asimismo, han aumentado las oportunidades de desarrollo de la primera infancia (ECD): menos del 40% de los niños de cinco años asistían a centros educativos en 2002, frente a casi el 90% recientemente.

Tenemos que admitir que hemos avanzado a paso de tortuga para llegar a donde estamos. Menos de uno de cada 20 sudafricanos negros nacidos en la década de 1940 completó 12 años de educación. En 1960, la proporción era de uno de cada diez. Para los que nacieron en la década de 1980 y terminaron sus estudios a finales de la década de 1990, la proporción era de tres de cada diez. Según los datos de la encuesta de hogares de 2021, la cifra es ahora de casi seis de cada diez.

Pese a las estadísticas desalentadoras, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reconoce los avances logrados en el sector educativo africano en la última década.

Asimismo, el informe de UNICEF „Transformar la Educación en África“ plantea una serie de recomendaciones para fomentar un sistema educativo más equitativo y acorde con las exigencias de la era moderna.

Es significativo que para 2050 se prevea que la mitad de la población africana tenga menos de 25 años, lo que supone una gran oportunidad de crecimiento y progreso, dependiente de la mejora de las oportunidades educativas.

Admitimos que la educación en África no puede desvincularse de su historia, una historia profundamente marcada por el colonialismo y sus duraderas repercusiones.

Sin embargo, esta historia también está marcada por la resiliencia, la resistencia y una búsqueda incesante de la autonomía y la identidad.

Nuestro empeño aquí no es sólo extender el acceso a la educación, sino re-definir lo que significa la educación en África.

Es cuestión de asegurar que nuestros sistemas educativos reflejen nuestros valores, historias y aspiraciones.

Sigue siendo prioritaria la evaluación crítica de las actuales políticas educativas mundiales y su impacto en África.

Nos corresponde la responsabilidad de no sólo cuestionar estas políticas, sino también de ofrecer alternativas tangibles, culturalmente resonantes y sostenibles. Nuestras reflexiones tienen que tratar de desvincular nuestros sistemas educativos de las narrativas neocoloniales e integrarlos profundamente en el rico tapiz de los contextos socioculturales africanos.

Como dijo el antiguo rector adjunto de la Universidad de Ciudad del Cabo, el profesor Mamokgethi Phakeng: “No podemos conformarnos con el mero consumo y la crítica de los modelos educativos que se nos imponen. Tenemos que ser los arquitectos de nuestro propio destino educativo, aprovechando el profundo pozo de conocimiento y sabiduría que encierran nuestras propias culturas y tradiciones“.

El profesor Phakeng argumenta: „Sólo reivindicando la narrativa de la educación en África podremos capacitar realmente a nuestros niños para que prosperen en el siglo XXI“. (Phakeng, M. (2019). Epistemologías del Sur Global: Hacia un Renacimiento Africano. Cape Town: HSRC Press.)

En nuestra calidad de vanguardia del ecosistema de educación básica de África en el siglo XXI, disponemos de una oportunidad única y de una ventana para reimaginar y reconvertir los sistemas educativos a fin de responder a las necesidades de la Madre África y del Sur Global sin invitar a la mirada occidental.

Señoras y señores, nuestro simposio también trata de la necesidad de reformar las Naciones Unidas (ONU) para que reflejen mejor la multipolaridad del actual panorama mundial. Esto es especialmente relevante para África, un continente que suele ser ignorado en los procesos internacionales de toma de decisiones.

Reformar la ONU no es sólo una cuestión política abstracta; sino que está íntimamente ligada a cómo se percibe, se imparte y se valora la educación en todo el mundo, especialmente en África.

Mientras conmemoramos el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debemos reflexionar sobre la erosión del derecho internacional y sus implicaciones para los derechos humanos, incluido el derecho a la educación. El desafío es asegurar que los principios consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos no sean sólo elevados ideales, sino realidades vividas por todos los niños africanos.

Mientras estamos aquí sentados, ¿quién hablará en nombre de los niños palestinos en edad escolar que están atrapados bajo los escombros en Gaza, de los que luchan impotentes contra el hambre y la diarrea en Sudán del Sur, y de los que utilizan las escuelas no como centros de educación y conocimiento, sino como refugios en Etiopía?

Las cicatrices de los conflictos se extienden por África y el Sur Global, desde Yemen hasta Birmania, dejando una generación de niños que soportan el peso de la violencia. Es como si los niños que juegan bajo la sombra de su inocencia se vieran destrozados por los ecos ensordecedores de los tambores de guerra, sus risas silenciadas por los gritos de los heridos. El hambre roe sus estómagos, reflejando el vacío dejado por los seres queridos perdidos en el fuego cruzado.

La educación se convierte en un sueño lejano para estos niños, ya que las aulas se transforman en refugios y los patios de recreo en campos minados. Las semillas del trauma arraigan en sus jóvenes corazones, amenazando con florecer en forma de miedo, ira y desesperación.

Estos niños, privados de su infancia y abrumados por el peso de la guerra, cargan con la pesada responsabilidad de reconstruir sus vidas y sus naciones, una tarea de enormes proporciones ante tan inmensas pérdidas e incertidumbre.

Aun así, en sus ojos queda un destello de esperanza, un testimonio de la resistencia del espíritu humano y una súplica por un mundo en el que la inocencia de los niños deje de sacrificarse en el altar de la guerra.

Asimismo, debe ser un punto central de nuestros debates la difícil situación de los trabajadores y los refugiados, que a menudo se llevan la peor parte de un acceso limitado a la educación.

En un mundo asolado por guerras, pandemias y crisis económicas, atender las necesidades educativas de los más vulnerables resulta más crucial que nunca.

Por lo tanto, los objetivos de esta conferencia deben ir más allá de las salas de este simposio. Los debates mantenidos aquí, las perspectivas compartidas y las políticas propuestas se recopilarán y publicarán, y contribuirán a la elaboración de un informe provisional que se presentará al Secretario General de la ONU.

Este informe no sólo reflejará nuestra sabiduría colectiva, sino que también sentará las bases de un programa educativo transformador para África.

Sin embargo, seguirá siendo un campo de minas la solución de los persistentes problemas educativos en un mundo acosado por las guerras, y las Naciones Unidas controlada por las superpotencias.

No debemos cansarnos de reclamar un mundo mejor y la transformación de la arquitectura de la gobernanza mundial para que esté en sintonía con las necesidades de un mundo democrático en el siglo XXI.

Los oradores de estos dos días, procedentes de diversos ámbitos y representantes de varias naciones africanas, aportan una gran riqueza de conocimientos y experiencia. Sus reflexiones serán de inestimable valor a la hora de afrontar las complejidades de la democratización y descolonización de la educación en África.

Al emprender este trascendental viaje, dejémonos guiar por un espíritu de colaboración, un compromiso con la inclusión y la determinación de construir un futuro educativo por y para África.

Nuestro deber es monumental, pero la voluntad colectiva y la experiencia aquí reunidas me hacen confiar en que estamos a la altura del desafío.

Hagamos que este simposio no sea sólo una reunión de mentes, sino una confluencia de ideas, aspiraciones y acciones que redefinan el panorama educativo de África.

Sí, tiene que ser como „dejar que florezcan cien flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan“, como dijo célebremente el líder del Partido Comunista Chino, Mao Zedong, en 1956.

Gracias por su atención, y espero con impaciencia las deliberaciones y los resultados provechosos de esta conferencia trascendental.

* Este artículo se publica simultáneamente en PoliTeknik edición turca, PoliTeknik International y PoliTeknik Español.