/SITUACIÓN POLÍTICA EN ZIMBABUE – Tatenda Moses MANDONDO

SITUACIÓN POLÍTICA EN ZIMBABUE – Tatenda Moses MANDONDO

Tatenda Moses MANDONDO
Zimbabwe National Student Union

Queridos hermanos y hermanas de Zimbabue,

Estamos aquí en este preciso momento no como espectadores, no solo como víctimas, sino como un pueblo traicionado. Traicionado por un sistema impregnado de corrupción y embriagado por su propio engaño, que ha logrado destruir nuestro futuro y envenenar nuestra dignidad.

Desde la fallacia de la Independencia de 1980, nuestro país ha sido rehén de una camarilla de saqueadores disfrazados de líderes. Han llevado nuestros colores nacionales mientras se embolsaban divisas extranjeras y subastaban nuestro país al mejor postor. Han ondeado la bandera en público, y a puerta cerrada han diezmado sistemáticamente la porción del pastel nacional que les correspondía a la posteridad y han logrado repartírselo entre unos pocos elegidos, Zvigananda, para ser más directo.

La reforma agraria fue secuestrada, sirvió para enriquecer a los poderosos, no para fortalecer a los sin tierra. La tierra, que en su día labraron nuestros antepasados y por la que lucharon con determinación los zimbabuenses, ahora ha sido tomada por unos pocos privilegiados con conexiones en las altas esferas. Las granjas se convirtieron en símbolos de codicia, no de libertad. La llamada Segunda República debía garantizar el respeto fundamental de la lucha contra la injusticia colonial, pero por desgracia se convirtió en un rostro moderno de la opresión.

La hiperinflación ha convertido nuestros ahorros en polvo y aire. Nuestros hijos se mueren de hambre mientras los ministros cenan en hoteles de lujo y patrocinan sus orgías. Vuelan en aviones privados mientras los hospitales carecen de analgésicos y de la decencia humana básica. A pesar de todo, no se ha hecho nada para corregir estas anomalías. Nadie tiene que rendir cuentas, pero las evidentes pruebas de tales actos corruptos son cada vez más obvias para el mundo, aunque hay algunos ciudadanos que son más iguales que otros.

Del desvío de minerales nacionales a los cárteles del combustible, de la incompetencia a las estafas en las licitaciones, siguen apareciendo los mismos nombres. Los mismos chupasangres que se alimentan del Estado. Billones robados y nadie encarcelado. Billones robados, y sin embargo se culpa a los pobres por ser pobres, nuestro crimen básico es que nos ven como un obstáculo a su saqueo perpetuo.

Estamos en 2025 y tenemos instituciones como las comisiones anticorrupción que carecen de poder. Tenemos políticos que predican la transparencia mientras construyen mansiones en lugares que condenaban antes de ser preferencias coloniales. Las élites son ahora parásitos, vampiros que se alimentan de los vulnerables para saciar sus deseos inextinguibles que no tienen límites.

Dicen que la paciencia es una virtud, pero estamos cansados de que nos digan que seamos pacientes mientras el tiempo pasa volando. Estamos hartos de un sistema judicial que encarcela a los hambrientos pero protege a los corruptos. No nos callarán con eslóganes. No nos calmarán con mentiras. La opción que tenemos no es otra que empezar a resistir los viles intentos de gasear a la juventud de este país haciéndole creer que personajes como Wicknell Chivhayo amasaron tal riqueza con el sudor de su frente. Es un hecho conocido que la empresa de Wicknell, Intratrek, recibió 5 millones de dólares en 2016 para un proyecto solar de 100 MW en Gwanda y no ha habido ningún progreso. Es un hecho que su estrecha asociación con ZANU-PF ha sido su trampolín a través de la facilitación de procesos de licitación cuestionables que sólo pueden apuntar a la apropiación del Estado y la corrupción sistémica.

Es cierto que Chivhayo se burla del principio de rendición de cuentas al mofarse de los zimbabuenses que cuestionan su riqueza o exigen que rinda cuentas; lleva mucho tiempo faltando al respeto a los ciudadanos de Zimbabue, ya basta.

Corresponde a las instituciones estatales pertinentes asumir las acusaciones formuladas contra Wicknell y otras personas, ya que representa no sólo un fracaso individual, sino un símbolo de una cultura más amplia de impunidad y corrupción en este país, Wicknell y sus compinches socavan la democracia y el Estado de derecho.

Como ciudadanos de a pie que sufren, nuestras exigencias son claras: transparencia en la contratación pública, justicia por el uso indebido de fondos estatales, un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, no sólo para Zvigananda.

Wicknell y sus cómplices deben rendir cuentas. Todos sabemos quiénes son. La corrupción no es un delito sin víctimas, es la razón por la que una cuarta parte de nuestra pequeña nación ha huido a países extranjeros sólo para sobrevivir. Es la razón por la que, a pesar de la modernidad y los avances médicos, las mujeres siguen muriendo en masa durante el parto y la gente sigue muriendo de enfermedades medievales. Por eso en nuestros barrios de chabolas fluyen aguas residuales en lugar de agua, no hay electricidad y no hay trabajo. La corrupción ha matado a más zimbabuenses que cualquier guerra. Es un genocidio de oportunidades y una peste de robos.

Y nosotros, el pueblo, decimos basta. Anhelamos un nuevo Zimbabue que no se base en ladrones reciclados y eslóganes gastados, sino en la verdad, la justicia y la rendición de cuentas. Exigimos la detención de los saqueadores y la confiscación de sus riquezas ilícitas, y sí, exigimos juicios públicos que no se juzguen por las conexiones políticas o el tamaño de la cartera de cada uno. Exigimos un sistema en el que los poderosos teman al poder popular y no al revés.

Somos la generación que dice basta. Que este sea el momento en que dejemos de aplaudir a los opresores porque llevan bufandas con nuestra bandera. Este es el momento en que nos levantamos no con violencia, sino con unidad, con desafío, con honestidad brutal.

Zimbabue no es pobre. Le han robado. Y nosotros, el pueblo, vamos a recuperarlo.