/QUÉ SE DEBERÍA HACER EN LA EDUCACIÓN ANTE LA SITUACIÓN DE PALESTINA – Rosa Cañadell

QUÉ SE DEBERÍA HACER EN LA EDUCACIÓN ANTE LA SITUACIÓN DE PALESTINA – Rosa Cañadell

Rosa Cañadell
Licenciada en Psicología. Profesora. Articulista

Hace tres meses escribí un artículo sobre “La escuela ante la barbarie”, escandalizada por lo que estaba suce­diendo en Gaza y tratando a conven­cer de que era necesario que el profe­sorado tratara el tema en el aula1

Después de estos tres meses, más escandalizada aún por la magnitud de la masacre, vuelvo a escribir, aun­que ello implique repetirse. Porque es imprescindible no olvidar, no callar, continuar denunciado, en todos los ámbitos, y también en la escuela, en el instituto y en la Universidad. Y por ello, voy a insistir en esta idea: ”No po­demos dejar que las futuras genera­ciones crezcan insensibles a lo que ocurre en nuestro país y en el resto del mundo. Que sean conscientes de que todas y cada una de nosotros for­mamos parte de esta humanidad y si queremos un futuro justo y en paz, será necesario trabajar para conse­guirlo”.

Cada día que pasa, hay más doælor, más niños y niñas masacrados, más persones inocentes asesinados, más edificios calcinados, más hambre, más sed, más injusticia y más crueldad. Y existe la tentación de terminar cansa­das y angustiadas por tanta barbarie y que dejemos de mirar y de hablar de ello. Y no nos lo podemos permitir. Por ello voy a insistir en el mismo te­ma.

El filósofo alemán Theodor Adorno en 1966, en su libro ““La educación después de Auschwitz” afirmaba: “Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con este: que Aus­chwitz no se repita.2. Y durante muchos años, generación tras genera­ción, en la escuela, en el instituto y a veces también, en la Universidad, se cumplía esta máxima. Todos las pro­fesoras y profesores, los maestros y maestras nos involucrábamos a fondo para hablar del horror del Holocausto, y nuestros alumnos sabían más de la segunda guerra mundial y de las bar­baridades de Hitler, que de cualquier otro acontecimiento histórico.

Ahora, sin embargo, estamos ante otra barbarie histórica, un genocidio televisado en Gaza. Por supuesto, no es el primer holocausto que se repite. Por desgracia tenemos una larga lista de guerras y barbaridades desde que Hitler fue vencido.

Pero la guerra de Israel contra Pales­tina no es una guerra cualquiera, no hay dos ejércitos que batallan entre sí, con los “daños colaterales” que siem­pre aparecen. Ahora hay un ejército que bombardea a una población des­armada, que mata civiles, hombres, mujeres y niños, que destruye vivien­das, Universidades, hospitales y es­cuelas, que deja a los dos millones de personas que vivían en Gaza sin casa, sin alimentos, sin agua y sin un lugar seguro donde cobijarse de las bombas. No es el Holocausto, pero es tan grave como él. Y, sin embargo, parece que ahora no es importante hablar de todo ello con nuestros niños/as y jóvenes.

Dicen, algunos, que esto es “adoc­trinar”. ¿Entonces, llevamos años y años adoctrinando, por hablar del Holocausto y la necesidad de que no se repitiera?

Y ¿por qué es importante hablar de lo que está sucediendo en Palestina?

Porque el ataque de Israel abarca todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza y Cisjordania y, por supuesto, llega a la educación. Las cifras del genocidio educativo son ate­rradoras, como lo indican datos, por­que el objetivo, además de matar seres humanos, se trata de destruir cultura y valores, de destruir criaturas y jóve­nes y privarles de la posibilidad de la educación. A pesar de los continuos bloqueos y ataques que llevan sufrien­do desde hace años, Gaza tenía un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes) y uno de los niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, con un 95% de niños y niñas cursando la educación básica. Situación que va a ser imposible de continuar.

Los ataques israelís han dejado a 625 mil alumnos sin escuela en Gaza; 90 mil universitarios sin clase; el 60% de las escuelas y el 90% de las univer­sidades han sido destruidas; 94 profe­sores universitarios han sido asesina­dos, así como más de 50 científicos y escritores. Sólo en los tres primeros meses del ataque murieron 4.300 es­tudiantes y 231 maestros/as de edu­cación básica. Otros 7.259 estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. Todo ello implica que miles de niños y niñas sufren traumas psicológicos, depresión, ansiedad, miedo, soledad, impotencia y, desgraciadamente, todo hace pensar que ello puede derivar en un gran deseo de venganza, en un fu­turo. Para muchos jóvenes palestinos, estudiar era algo más que librarse un futuro, era la única ventana abierta al mundo. Ahora solo les queda huir, si pueden, o unirse a la resistencia que, probablemente, será el futuro de mu­chos de ellos.3

Las personas que nos dedicamos y amamos la educación no podemos permanecer impasibles ni callados an­te lo que está sucediendo en Gaza. De­bemos actualizar el mandato de Ador­no e informar a nuestros niños y jóve­nes que, después de la segunda guerra y del genocidio perpetrado por los Nazis, se han producido muchos más holocaustos y que ahora tenemos uno ante nosotros. El hecho de ver en vivo y en directo toda la barbarie que está cayendo sobre el pueblo palestino, añadido al hecho de que nadie ha sido capaz de parar la masacre, hace más necesaria que nunca una reflexión y una explicación. Los hechos nos inter­pelan como educadoras y educadores y nos recuerdan nuestra obligación de educar en el conocimiento de los problemas de la humanidad, en la re­flexión crítica del porqué de los acon­tecimientos y en la obligación moral de transmitir valores humanos y so­lidarios. Por ello no podemos callar, nuestra práctica educativa debe abar­car las cuestiones fundamentales del pasado y del presente.

La educación por la paz, la educa­ción por los derechos humanos, la educación para la convivencia… son todos ellos mandatos de nuestro sis­tema educativo y están presente en todos los currículums. Pero, ¿cómo educar para la paz y la defensa de los derechos humanos, si nuestros jóve­nes ven cada día como se conculcan estos derechos en Palestina, con el beneplácito de los países “democráti­cos”, como Estados Unidos y la Unión Europea?

Nuestro deber es explicarles que los valores de inhumanidad que hace ga­la Israel no deben ser normalizados ni olvidados. Nuestro deber es explicar la historia de los dos países y el con­flicto que ha llevado a esta barbarie. Y, sobre todo, es imprescindible que sean solidarios y sensibles ante el do­lor humano de niños/as y jóvenes co­mo ellos y ellas.

Y sí, hay que explicarles que las gue­rras no son justas, que siempre son por intereses de una minoría, pero que siempre pagan la gran mayoría de los que tienen menos dinero y menos poder. Hay que explicarles que Europa está cayendo en el error de ser parcial porque sigue los mandatos de EEUU y que España continúa vendiendo y comprando armas a Israel, que servi­rán para continuar matando y masa­crando a personas civiles.

Debemos reflexionar conjuntamen­te con nuestros alumnos y alumnas sobre el papel de la tecnología, muy positiva para algunos asuntos, pero totalmente letal cuando se usa para matar. ¿Por qué ese culto a la tecnolo­gía al servicio de la muerte y el dolor? ¿Por qué esta admiración ante la IA que ayuda a lanzar a diario centena­res de bombas inteligentes en aviones supersónicos? ¿Es este el futuro que nos espera? ¿Deberíamos hacer algo para impedirlo? Y debemos debatir con ellos y ellas por qué un pequeño país en el Occidente de Asia, Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir, aplastar a los palestinos con total im­punidad. Por qué Europa sanciona a Putin por la invasión de Ucrania, pero apoya a Israel en su invasión de Gaza y Cisjordania. Por qué Europa, que reaccionó y se escandalizó con la barbarie de los nazis, ahora está impasible ante esta nueva barbarie. Por qué el mundo occidental está tan preocupado por la emergencia climá­tica y se olvida que las guerras y la destrucción que conllevan, además de las víctimas humanas, son lo más anti-ecológico que existe. Y también deberíamos reflexionar sobre el futu­ro que les espera a todos estos niños/ as y jóvenes, que han visto morir a sus padres o hermanos, que han perdido piernas o brazos y que han vistos sus casas convertidas en cenizas. Cómo será posible superar las secuelas físi­cas y psíquicas y como podrán vivir sin odiar con fuerza a sus verdugos.

Todas estas preguntas deberían for­mar parte de nuestras actividades pe­dagógicas en el aula, si nos creemos, de verdad, que la educación tiene que desempeñar un papel importante en la formación de los futuros ciudada­nos y ciudadanas, despertando su conciencia crítica para que sean capa­ces de implicarse en la construcción de un futuro mejor.

Finalmente, y no menos importan­te, es señalar que a pesar de toda la censura son miles y miles las perso­nes en todo el mundo que han salido a la calle para reclamar el fin de este genocidio que Israel está infringien­do a los palestinos. Que, en todas par­tes del mundo, se han organizados actos de protesta contra este geno­cidio y en solidaridad con el pueblo palestino. Y que ellos y ellas pueden también participar, yendo a las pro­testas, pintando murales, haciendo vídeos, visitando a las compañeras (en Barcelona) que están en huelga de hambre, escribiendo cartas a nues­tros presidentes para que den apoyo a las denuncias Internacionales que se están haciendo en distintos, para que deje de comprar y vender armes a Israel. Y pueden también hacer boicot a los productos de Israel (Mac Donald, por ejemplo).

Y termino con lo ya dije hace tres meses: Es importante que los chicos y chicas salgan del Instituto y la Uni­versidad con la convicción de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defen­der los derechos humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las masacres son normales, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno y que sean capaces de indig­narse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan solidarios con las personas que sufren y ten­gan ganas de implicarse en detener todo tipo de agresiones, guerras y violencias.

Éste debería ser el mandato ético de todas las personas implicadas en la educación. Porque no se trata de edu­car para que el día de mañana, nues­tros alumnos y alumnas, se “adapten” lo mejor posible a un mundo injusto, violento y lleno de injusticias y des­igualdades, sino para que tengan in­formación y conocimientos que les permitan entender cómo funciona el mundo y tengan elementos y voluntad de mejorarlo.

  1. Cañadell, Rosa: “La escuela ante la barbarie” Diario de la Educación . 8 noviembre 2023
    https://eldiariodelaeducacion.com/2023/11/08/laescuela-
    ante-la-barbarie/
  2. Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1973
  3. Vega, Renán. “La educación después del genocidio de Gaza” . Rebelion. 05/02/2024
    https://rebelion.org/la-educacion-despues-delgenocidio-
    de-gaza/