/RELIGIOSIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN Y EDUCACIÓN LAICA EN TURQUÍA* – Kemal Irmak
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RELIGIOSIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN Y EDUCACIÓN LAICA EN TURQUÍA* – Kemal Irmak

Kemal Irmak
Presidente General del Sindicato de Trabajadores de la Educación y la Ciencia, EĞİTİM-SEN – TURQUÍA

picture: Wikimedia common: A 19th-century depiction of Galileo before the Holy Office, by Joseph-Nicolas Robert-Fleury File:Galileo before the Holy Office – Joseph-Nicolas Robert-Fleury, 1847.png

Prólogo

La religiosización de la educación puede definirse como el proceso de or­ganización y configuración del sistema educativo conforme a unos objetivos predeterminados, en el que la forma, el contenido, los métodos, los discursos y los materiales utilizados en el proceso de enseñanza-aprendizaje se basan en gran medida en normas y referencias religiosas.

Mientras se intensifican las prácticas de comercialización y privatización en la educación en Turquía, el Ministerio de Educación Nacional está introdu­ciendo gradualmente elementos reli­giosos en el proceso educativo en casi todos los ámbitos, desde el diseño del plan de estudios hasta las aplicaciones prácticas. Los pasos hacia la religiosi­zación que se han dado en los últimos años, desafiando abiertamente los principios más fundamentales de la ciencia de la educación, han empezado a ejercer una presión psicológica sobre padres y alumnos.

La República de Turquía, desde su fundación en 1923, se inspiró en el mundo occidental y adoptó un modelo educativo basado en la educación laica y científica. Se clausuraron las escuelas confesionales, se abolió la educación separada por sexos, se introdujo la coeducación y se adoptó un enfoque científico laico en el sistema educativo. Las intervenciones de religiosización del sistema educativo, en las que las asignaturas religiosas son optativas y las asignaturas de ciencia y cultura son predominantes, han sido frecuentes, pero sus efectos han sido limitados.

Podemos iniciar el proceso de religio­sización de la educación en Turquía con el golpe de Estado del 12 de septiembre de 1980. La ideología oficial del golpe de estado de 12 de septiembre era la „Síntesis Turco-Islámica“ y la imposi­ción de clases obligatorias de religión desempeñó un papel importante en el proceso de estructuración del sistema educativo en este sentido y se obligó a todos los alumnos a recibir clases de religión. Las comunidades y grupos re­ligiosos, respaldados de forma abierta o encubierta, se ampliaron rápidamen­te, y los cursos de Corán y las escuelas Imam Hatip (escuelas de formación profesional religiosa) dieron pasos im­portantes y eficaces hacia la religiosiza­ción de la educación en Turquía.

El sistema educativo de Turquía viene experimentando una transformación importante y drástica, sobre todo des­de 1980, con el impacto de las políticas ‘orientadas al mercado y a la religión’ adoptadas en todos los ámbitos. Es evi­dente que este proceso implica que el significado y la función de la educación y la crianza de los niños van a estar de­terminados por un sistema educativo totalmente orientado al mercado en un aspecto y dominado por la ideología conservadora religiosa en el otro.

El planteamiento de la „Síntesis Tur­co-Islamista“, heredado por el poder político del régimen del 12 de septiem­bre, se ha intentado implantar paso a paso en los últimos 22 años, y ha ro­deado todo el sistema educativo como una tela de araña con el apoyo directo del gobierno mediante escuelas, resi­dencias, cursos, etc. de fundaciones y comunidades religiosas colocadas por el MEB (Ministerio de Educación Nacional) en el sistema educativo con proyectos y protocolos.

El AKP, que demuestra en cada opor­tunidad que es el representante de la mentalidad opresiva y autoritaria del 12 de septiembre, ha demostrado que es el heredero más fiel del 12 de sep­tiembre con las medidas que ha adop­tado en nombre de la religiosización de la educación. Mediante las prácticas de religiosización de la educación, se ha impuesto una única nacionalidad (tur­ca), una única fe (islam) según una de­terminada secta (suní-hanafí) y un gé­nero dominante (masculino) con una mentalidad religiosa conservadora, lo que se ha vuelto un importante medio de discriminación y marginación con­tra los segmentos de la sociedad cuya identidad étnica, creencia o secta es diferente.

Las prácticas de moldear la educa­ción según normas y referencias reli­giosas, tanto en el contenido como en la forma, que se han ido implementan­do paso a paso durante el gobierno del AKP, se han concretado en los últimos años. Las intervenciones no científicas en el currículo educativo, la reducción de las asignaturas de filosofía-ciencia, la educación religiosa obligatoria para niños con autismo y discapacidades mentales, las visitas de alumnos de preescolar y de primaria a mezquitas, la aplicación de facto de la educación religiosa al nivel preescolar e incluso a los jardines de infancia, etc. destacan como prácticas prominentes en cuanto a la religiosización de la educación en los últimos años.

LOS NIÑOS SIENDO EL GRUPO OBJETIVO DE LA RELIGIOSIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN

Puesto que la educación preescolar no es obligatoria en Turquía, la ma­yoría de los padres, sobre todo en las aldeas, no pueden enviar a sus hijos a centros preescolares por motivos como las tasas de transporte, los honorarios del personal auxiliar, etc. los cursos del Corán, que parecen jardines de in­fancia, fueron creados en todo el país por la Dirección de Asuntos Religiosos, representante oficial del islam suní en Turquía, comenzaron a impartir ‘educa­ción religiosa‘ a niños en edad preesco­lar de entre 4 y 6 años. Hay que señalar que mientras las instituciones estatales de educación preescolar exigen dinero a los padres en concepto de tasas, los cursos impartidos por la Dirección de Asuntos Religiosos son totalmente gra­tuitos. Los cursos de Corán para niños de 4 a 6 años que imparte la Dirección de Asuntos Religiosos fueron converti­dos en la alternativa a la educación pre­escolar al funcionar como una escuela religiosa de facto. De conformidad con una declaración de la Dirección de Asuntos Religiosos, 214 mil niños de entre 4 y 6 años reciben educación en cursos de Corán dependientes de la Di­rección de Asuntos Religiosos.

El gobierno, con el reglamento 4+4+4 en educación (4 años de primaria, 4 de secundaria y 4 de liceo), que se implan­tó hace 12 años, pretendía educar a las generaciones en consonancia con sus objetivos ideológicos políticos. Pero no se conformó con esto, amplió aún más su objetivo y preparó el terreno para actividades de educación religio­sa para el grupo de edad de 4 a 6 años, al que podía ‘dar forma‘ más fácilmente de manera consciente y programada. Es inevitable que esta situación tenga consecuencias muy peligrosas para el desarrollo sano de los niños. Impar­tir educación religiosa, por cualquier motivo o justificación, a los alumnos preescolares de 4 a 6 años, que todavía están en la edad del juego y cuyas ca­pacidades de pensamiento concreto y abstracto aún no se han desarrollado, contradice fundamentalmente el prin­cipio del ‘interés superior del niño‘ de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, de la que Turquía es signataria.

Cada edad tiene un determinado nivel de madurez mental, percepción, razonamiento y abstracción. Por lo tanto, para transmitir información al niño, primero éste debe ser capaz de comprenderla y, después, no debe que­dar aplastado bajo el peso de esa infor­mación y no debe existir la posibilidad de que resulte perjudicado por un mal­entendido. Como sucede a menudo en la práctica de la „educación religiosa“ en Turquía, es inevitable que la edu­cación religiosa que crea sentimientos de miedo, ansiedad, desesperanza y culpabilidad en los niños, y que expo­ne a los niños a la educación religiosa en un momento en el que no están pre­parados para adquirir conocimientos religiosos, tenga efectos negativos en los niños.

El mayor inconveniente de la educa­ción religiosa sin base pedagógica es que a los niños se les enseña constante­mente el miedo. El miedo es la referen­cia más importante en la religión para orientarse hacia un comportamiento o evitar otro. Sobre todo, se enseña el miedo al pecado. No obstante, en la infancia es importante que los niños cometan errores, que desarrollen su propia conciencia y su juicio social, es­cuchando todo tipo de voces proceden­tes de su interior antes de formarse sus propias verdades.

En cuanto a la educación religiosa de los niños que se encuentran en el inicio de su etapa de desarrollo y en la fase del pensamiento concreto, es inevita­ble que los niños tengan dificultades para comprender e interiorizar los conceptos abstractos que se les inten­tan ’enseñar’ en una educación alejada de la pedagogía y basada en el miedo. Por ejemplo, cuando los niños de esta edad aprenden que se les castiga por sus errores (pecados), creen que son culpables incluso cuando piensan en algo, y creen que las cosas malas que ocurren se deben a sus propios erro­res. Con el tiempo, este sentimiento de culpabilidad puede hacer que los niños se vuelvan introvertidos, desarrollen sentimientos depresivos y experimen­ten peligrosos trastornos de conducta, hasta llegar a querer morir.

Desde la configuración del currículo en el marco de los valores religiosos por parte del Ministerio de Educación Nacional (MEB) hasta las prácticas con­cretas a través de actividades religiosas en las escuelas, los elementos religio­sos se introducen gradualmente en el proceso educativo en casi todos los ám­bitos. Las medidas de religiosización aplicadas en los últimos 22 años, igno­rando los principios más básicos de la ciencia de la educación y los procesos de desarrollo de los alumnos, han em­pezado a crear una intensa presión psi­cológica sobre alumnos y padres.

LOS NIÑOS SIENDO EL GRUPO OBJETIVO DE LA RELIGIOSIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN

Puesto que la educación preescolar no es obligatoria en Turquía, la ma­yoría de los padres, sobre todo en las aldeas, no pueden enviar a sus hijos a centros preescolares por motivos como las tasas de transporte, los honorarios del personal auxiliar, etc. los cursos del Corán, que parecen jardines de in­fancia, fueron creados en todo el país por la Dirección de Asuntos Religiosos, representante oficial del islam suní en Turquía, comenzaron a impartir ‘educa­ción religiosa‘ a niños en edad preesco­lar de entre 4 y 6 años. Hay que señalar que mientras las instituciones estatales de educación preescolar exigen dinero a los padres en concepto de tasas, los cursos impartidos por la Dirección de Asuntos Religiosos son totalmente gra­tuitos. Los cursos de Corán para niños de 4 a 6 años que imparte la Dirección de Asuntos Religiosos fueron converti­dos en la alternativa a la educación pre­escolar al funcionar como una escuela religiosa de facto. De conformidad con una declaración de la Dirección de Asuntos Religiosos, 214 mil niños de entre 4 y 6 años reciben educación en cursos de Corán dependientes de la Di­rección de Asuntos Religiosos.

El gobierno, con el reglamento 4+4+4 en educación (4 años de primaria, 4 de secundaria y 4 de liceo), que se implan­tó hace 12 años, pretendía educar a las generaciones en consonancia con sus objetivos ideológicos políticos. Pero no se conformó con esto, amplió aún más su objetivo y preparó el terreno para actividades de educación religio­sa para el grupo de edad de 4 a 6 años, al que podía ‘dar forma‘ más fácilmente de manera consciente y programada. Es inevitable que esta situación tenga consecuencias muy peligrosas para el desarrollo sano de los niños. Impar­tir educación religiosa, por cualquier motivo o justificación, a los alumnos preescolares de 4 a 6 años, que todavía están en la edad del juego y cuyas ca­pacidades de pensamiento concreto y abstracto aún no se han desarrollado, contradice fundamentalmente el prin­cipio del ‘interés superior del niño‘ de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, de la que Turquía es signataria.

Cada edad tiene un determinado nivel de madurez mental, percepción, razonamiento y abstracción. Por lo tanto, para transmitir información al niño, primero éste debe ser capaz de comprenderla y, después, no debe que­dar aplastado bajo el peso de esa infor­mación y no debe existir la posibilidad de que resulte perjudicado por un mal­entendido. Como sucede a menudo en la práctica de la „educación religiosa“ en Turquía, es inevitable que la edu­cación religiosa que crea sentimientos de miedo, ansiedad, desesperanza y culpabilidad en los niños, y que expo­ne a los niños a la educación religiosa en un momento en el que no están pre­parados para adquirir conocimientos religiosos, tenga efectos negativos en los niños.

El mayor inconveniente de la educa­ción religiosa sin base pedagógica es que a los niños se les enseña constante­mente el miedo. El miedo es la referen­cia más importante en la religión para orientarse hacia un comportamiento o evitar otro. Sobre todo, se enseña el miedo al pecado. No obstante, en la infancia es importante que los niños cometan errores, que desarrollen su propia conciencia y su juicio social, es­cuchando todo tipo de voces proceden­tes de su interior antes de formarse sus propias verdades.

En cuanto a la educación religiosa de los niños que se encuentran en el inicio de su etapa de desarrollo y en la fase del pensamiento concreto, es inevita­ble que los niños tengan dificultades para comprender e interiorizar los conceptos abstractos que se les inten­tan ’enseñar’ en una educación alejada de la pedagogía y basada en el miedo. Por ejemplo, cuando los niños de esta edad aprenden que se les castiga por sus errores (pecados), creen que son culpables incluso cuando piensan en algo, y creen que las cosas malas que ocurren se deben a sus propios erro­res. Con el tiempo, este sentimiento de culpabilidad puede hacer que los niños se vuelvan introvertidos, desarrollen sentimientos depresivos y experimen­ten peligrosos trastornos de conducta, hasta llegar a querer morir.

Desde la configuración del currículo en el marco de los valores religiosos por parte del Ministerio de Educación Nacional (MEB) hasta las prácticas concretas a través de actividades reli­giosas en las escuelas, los elementos religiosos se introducen gradualmente en el proceso educativo en casi todos los ámbitos. Las medidas de religio­sización aplicadas en los últimos 22 años, ignorando los principios más básicos de la ciencia de la educación y los procesos de desarrollo de los alum­nos, han empezado a crear una intensa presión psicológica sobre alumnos y padres.

NO HAY QUE DEFENDER UNA EDUCACIÓN ‘CENTRADA EN EL MERCADO Y LA RELIGIÓN‘, SINO LA EDUCACIÓN LAICO-CIENTÍFICA

En todo el mundo, el sistema edu­cativo se basa en transmitir a niños y jóvenes los valores básicos de las sociedades. El sistema educativo y las escuelas son también lugares de repro­ducción de valores sociales y cultura­les. La peculiaridad de la escuela en la producción cultural se centra en la naturalización de las diferencias socia­les existentes mediante la redefinición de los límites de las mismas. Por otra parte, las escuelas también ofrecen en­tornos y oportunidades para cuestio­nar y criticar las dichas diferencias. En este sentido, las escuelas también son lugares donde los defensores de la edu­cación laico-científica y los opositores a la ciencia suelen entrar en conflicto.

En el programa de estudios figuran un total de 33 asignaturas de religión, una obligatoria durante 9 años y 3 op­tativas durante 8 años. No es posible encontrar 33 asignaturas de religión en ninguno de los países del mundo con 12 años de enseñanza obligatoria. Incluso la República Islámica de Irán no tiene tantas asignaturas religiosas como Turquía. Prácticas como la Escue­la Secundaria Imam Hatip, el Liceo de Imam Hatip y la Escuela Hafiz son alen­tadas por el propio MEB (Ministerio de Educación Nacional), y existe un abier­to favoritismo hacia estas escuelas.

Todas las instituciones educativas de Turquía se han alejado rápidamen­te de sus funciones reales debido a las prácticas racistas, sectarias, discrimi­natorias y autoritarias del gobierno. La opresión, la violencia y las prácticas impositivas aplicadas por el gobierno en todos los ámbitos de la vida social, especialmente en la educación, de­muestran que existe un desafío abierto contra la educación laica, la vida igua­litaria, libre y democrática.

La relación entre la religión y la edu­cación en las sociedades viene deter­minada en gran medida por la relación entre la religión y el Estado. En otras palabras, cuanto más fuerte es la in­fluencia de las cuestiones religiosas en el Estado, más directivas e impositivas son en el sistema educativo. En este sentido, es imposible considerar el impacto de la religión en la educación aparte de la estructura política exis­tente y de las relaciones que se estable­cen con el poder.

En la educación laica, el currículo/los programas de enseñanza deben ba­sarse en conocimientos científicos y no en normas y referencias religiosas. En los programas de enseñanza debería explicarse que no existe una verdad única e inmutable, y que incluso la ma­teria inanimada se disuelve y se des­integra, por un lado, y se organiza en nuevas formas, por otro. De esta mane­ra, los alumnos entenderán mejor que, a diferencia de los discursos religiosos utilizados a menudo en la educación, no puede haber una explicación ’úni­ca e inmutable’ de la realidad siempre cambiante.

Puesto que las enseñanzas religiosas son específicas de sus propias épocas y tienen características locales, sus as­pectos contradictorios con los valores universales se han acumulado cons­tantemente en el progreso histórico de la humanidad. La exclusiva definición de lo sagrado en función de la religión en la educación religiosa excluye en gran medida el marco crítico de la cien­cia y los rasgos más básicos de la vida social. La educación extendida y obli­gatoria, que es la base de la sociedad moderna y del desarrollo social, debe respetar la igualdad y los derechos fundamentales de los seres humanos y el interés superior del niño, y debe or­ganizarse de tal manera que permita a los niños y jóvenes acceder a los cono­cimientos existentes y adquirir habili­dades de pensamiento crítico para su propia realización.

Uno de los indicadores importantes de la educación laica es la ‘coeduca­ción‘. La coeducación es una práctica que no sólo está relacionada con el ám­bito de la educación, sino que presenta características sociales, sociológicas y pedagógicas polifacéticas. Conviene que niños y niñas se eduquen juntos desde la infancia, que los distintos géneros se conozcan, se respeten en sus diferencias y se conciencien sobre la igualdad de género desde la edad escolar. De esta forma, se crean perso­nalidades más equilibradas y se puede enseñar a respetar a los demás y las diferencias de género en el proceso educativo.

Lo que se esconde detrás del deseo de los opositores a la coeducación de que niños y niñas se eduquen primero en aulas separadas y luego en escuelas separadas es la creencia de que, edu­cando a los niños en entornos separa­dos según su sexo, se les ’alejará de los pecados’. Es posible observar un enfo­que similar en la educación en valores. Los que desean que la educación se organice según las normas religiosas argumentan que las niñas y los niños deben educarse en escuelas o clases separadas por motivos religiosos, y entender sólo los ‘valores religiosos‘ cuando se habla de la educación de va­lores. Se ignora el hecho de que las es­cuelas no son sólo espacios educativos, sino también de socialización para los niños en términos de su desarrollo sa­ludable.

Resulta importante la cuestión de si los alumnos se formarán con una estructura mental crítica o con una estructura educativa en la que acepten la información que se les da por me­morizarla textualmente. Puesto que ninguna sociedad está compuesta por personas que compartan exactamente las mismas creencias, el Estado, que debería estar a la misma distancia de todas las creencias, no debería propor­cionar educación sólo para una reli­gión o creencia concreta.

El laicismo es un concepto científico y tiene normas que se aplican a todo el mundo. Si bien la implantación del lai­cismo difiere de un país a otro desde el punto de vista histórico y sociológico, la característica común de todos ellos es que ‘el Estado y la religión están estrictamente separados el uno del otro, la religión no debe interferir con el Estado y el Estado no debe interfe­rir con la religión, y el Estado no debe imponerse ni dirigirse el uno al otro‘. El Estado no puede promulgar leyes basadas en normas religiosas, ni im­poner restricciones negativas a la vida religiosa de las personas ni ‘fomentar‘ la vida religiosa. Un Estado laico no puede interferir en asuntos como ‘cuá­les son las normas de las religiones, có­mo se practica culto, dónde y cuándo se practica culto‘. Si interfiere en esto, significa que interfiere en la esfera per­sonal de las creencias.

Laicismo es un concepto importante que contempla la separación de las ac­tividades religiosas de la vida estatal y económica, que el Estado no se base en principios y poder religiosos y que ob­tenga su poder directamente del pue­blo. En este sentido, el laicismo no es la enemistad de la religión, al contrario, es el seguro para que todas las creen­cias vivan en igualdad de condiciones. Por consiguiente, en un país laico, el Estado debe ser imparcial con todas las religiones, creyentes y no creyentes y mantenerse a la misma distancia de todos los ciudadanos.

La educación laica, que es una parte importante de la educación pública y se centra en el ser humano, defiende que todos los seres humanos son igua­les, respetables, abiertos al aprendiza­je y al desarrollo. Laicismo quiere de­cir basar la administración del Estado, la educación, las normas jurídicas y la vida social en su conjunto en la razón y la ciencia, no en normas religiosas.

Epílogo

Resulta importante contemplar la educación como un fenómeno social y analizar las variables que definen este fenómeno dentro de un marco holístico. La educación en su conjunto refleja la realidad social en la que se vive. Observando el problema desde esta perspectiva, es evidente que las transformaciones radicales observa­das en el sistema educativo en los últi­mos años no son sólo producto de las intervenciones realizadas por el actual gobierno a diversos niveles.

En todo el mundo, los sistemas edu­cativos son instituciones que transmi­ten a niños y jóvenes los valores funda­mentales de las sociedades. El sistema educativo y las escuelas son también lugares de reproducción de valores sociales y culturales. La peculiaridad de la escuela en la producción cultural es la naturalización de las diferencias sociales existentes mediante la rede­finición de los límites de las mismas. Por otra parte, las escuelas también ofrecen entornos y oportunidades para cuestionar y criticar las dichas diferencias. Desde este punto de vista, el sistema educativo y las escuelas de Turquía son también unas áreas de lu­cha en las que a menudo se enfrentan quienes abogan por la educación y la vida laica y quienes quieren moldear la educación y la vida social de acuer­do con normas y referencias religiosas.

Las transformaciones del sistema educativo no están separadas ni son independientes de los procesos de de­sarrollo del sistema económico, social y político. Por este motivo, en países como Turquía la lucha por el laicismo y la educación laico-científica no puede separarse de la lucha por los derechos fundamentales, la igualdad, la libertad y la democracia, especialmente los de­rechos de los niños, que se lleva a cabo en las escuelas y en la sociedad.

O el sistema educativo y las escuelas se rinden por completo a la ideología dominante o se lucha por el tipo de educación que deben recibir los niños y los jóvenes y por el tipo de sociedad en la que deben vivir. La razón de ser de nuestro sindicato y de nuestra lucha en Turquía es la defensa de la educa­ción pública, democrática, laica, cien­tífica y en lengua materna frente a la educación ’centrada en el mercado y la religión’.