Erkan Aydoğanoğlu – Unión Turca de Educación EĞİTİM-SEN
Turquía está situada en las zonas sísmicas más activas del mundo desde hace siglos y ocupa el primero puesto mundial en cuanto a riesgo sísmico. La geografía en la que se encuentra Turquía ha sufrido muchos terremotos destructivos en el pasado. Después de cada terremoto, decenas de miles de personas pagaron con sus vidas por no haber tomado las medidas necesarias y por insistir en los errores del pasado.
El desastre del terremoto no sólo destruyó los edificios, sino también el régimen de gobierno, la economía y las políticas de urbanización del país, que van en contra de la naturaleza y la ciencia y se basan totalmente en la renta. Se ha comprobado con claridad que la razón principal de una destrucción de tal envergadura ha sido la forma de entender la gobernanza central y local, que adopta políticas rentistas que dan prioridad a las necesidades del capital y no a la seguridad de la vida y los bienes de la población.
El desastre provocado por el terremoto del 6 de febrero de 2023 causó una gran destrucción en 11 provincias y, según cifras oficiales, más de 50 mil víctimas. La catástrofe, que afectó a una gran región habitada por unos 14 millones de personas y causó graves destrucciones, hizo que todos los ciudadanos, especialmente los que vivían en las ciudades directamente afectadas por el terremoto, se enfrentaran a un sufrimiento indescriptible.
Los científicos afirman que el riesgo de catástrofes naturales en los países situados en la zona sísmica es cinco veces mayor que en otros países. Considerando la probabilidad de que se produzcan desastres y el número medio anual de catástrofes en el mundo, Estados Unidos ocupa el primer lugar, seguido de México, Japón y Turquía.
El hecho de que las catástrofes naturales se conviertan o no en desastres depende del nivel de desarrollo de las sociedades y de su grado de preparación ante las catástrofes. Se puede evitar que los desastres naturales se conviertan en catástrofes en los países que toman las precauciones necesarias y se preparan contra el riesgo de terremotos. Por ejemplo, en Japón, que es un país mucho más expuesto que Turquía al riesgo sísmico, no se producen catástrofes ni siquiera en terremotos de gran magnitud, ya que desde hace años se toman medidas centradas en la vida humana.
Sistema Educativo Sepultado Bajo
los Escombros
En la zona del seísmo, la mayoría de los estudiantes y profesores sufrieron daños y hubo pérdidas de vidas o bienes. Como resultado de los terremotos, no sólo los edificios sino también el sistema educativo se encontraron en gran parte entre los escombros. Las instituciones estatales no reaccionaron de manera rápida y suficiente ante el seísmo, pero gracias a los intensos esfuerzos de las organizaciones públicas y no gubernamentales se llevaron a cabo operaciones de búsqueda y rescate.
Cerca de 4 millones de alumnos reciben educación en 12.550 escuelas de la zona del terremoto, mientras que el número de profesores que trabajan sólo en escuelas públicas asciende a 210.000. La zona del terremoto alberga el 21% de las 56.259 instituciones educativas afiliadas al Ministerio de Educación Nacional, el 21,4% de todos los alumnos y el 19,1% de los profesores de las 11 provincias donde se produjo el seísmo. Conforme a los datos oficiales, 555.938 estudiantes/aprendices reciben educación formal y no formal y servicios de alojamiento en los 5024 centros educativos privados de las provincias afectadas por el terremoto. Aproximadamente 380 mil estudiantes y 45 mil miembros del personal académico y administrativo continúan sus actividades de educación y formación en 16 universidades de la zona del terremoto.
31.307 escuelas fueron construidas antes del Reglamento Antisísmico que entró en vigor en 2007. Entre 2011 y 2022, sólo 5 mil escuelas (16%) fueron sometidas a pruebas de resistencia a los terremotos y 1.500 escuelas fueron demolidas porque no eran resistentes a los terremotos. La cifra de escuelas readaptadas es de solo 2 mil. Según el informe sobre terremotos elaborado por la Cámara de Ingenieros Geológicos, 4.159 escuelas de Turquía están situadas en zonas de alto riesgo sobre líneas de falla. Las escuelas ubicadas en zonas de alto riesgo sísmico deben ser trasladadas urgentemente.
Mientras ha comenzado la migración de ciudadanos, estudiantes y trabajadores de la educación de la zona del terremoto a otras ciudades, ha comenzado la transición gradual a la educación en la zona del terremoto. No obstante, al no ser obligatoria la asistencia, sólo un tercio de los alumnos va a la escuela. Los alumnos de la zona del terremoto precisan tanto apoyo psicosocial intensivo como entornos de estudio adecuados. Aparte de facilitar entornos de estudio, se están llevando a cabo actividades de asesoramiento para los alumnos.
En las ciudades donde el terremoto provocó grandes destrozos, continúan los problemas para satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos que viven en el centro de la ciudad y en las zonas rurales, tales como agua potable, alimentos seguros, alojamiento, calefacción, ropa, electricidad y comunicaciones, ya que se prevé que los efectos de la catástrofe sísmica se extiendan durante un largo periodo de tiempo. Ante las limitadas condiciones de alojamiento disponibles, los alumnos no tienen la oportunidad de estudiar, lo que afecta negativamente a la educación no sólo en la escuela sino también fuera de ella.
La Educación a Distancia
no es la Solución
D Poco después del desastre del terremoto, el gobierno declaró la aplicación de la educación a distancia en todas las universidades del país con el argumento de que las víctimas del terremoto se alojarían en residencias universitarias. Debido a esta decisión, la mayoría de los estudiantes universitarios que cursan actualmente el cuarto año en Turquía sólo pudieron pasar la mitad de su vida universitaria con educación presencial debido a la pandemia y al terremoto.
La educación a distancia en las universidades no reúne ninguna de las cualidades de la educación presencial y da la impresión de que se está impartiendo enseñanza solamente por haberlo hecho. La decisión de introducir la educación a distancia en un momento en que los estudiantes estaban más necesitados de solidaridad, socialización y mayor contacto entre sí, allanó el camino para que las consecuencias negativas fueran aún mayores.
En Turquía, muchos estudiantes no disponen de equipos técnicos como ordenadores, Internet, etc. Surgen también problemas con la electricidad y el acceso a Internet, sobre todo en las zonas afectadas por terremotos. Las asignaturas, especialmente las de carácter aplicado (ingeniería, medicina, etc.), no pueden impartirse a distancia, y los estudiantes no pueden comunicarse entre sí ni con el profesor, por lo que no puede llevarse a cabo un verdadero proceso de aprendizaje. También la mayor parte de los alumnos que se encuentran fuera de la zona del terremoto (estudiantes de zonas rurales) tienen problemas de acceso a Internet, de coste y de infraestructura tecnológica (teléfono, ordenador, etc.). Por otra parte, la infraestructura digital de muchas universidades no es adecuada para la educación a distancia.
Las universidades son, además de la educación y la formación, espacios donde se desarrolla una socialización dinámica y se refuerza la solidaridad. Constituye una gran injusticia para esta generación dejar otra vez fuera de la educación a estudiantes que ya habían sido excluidos de ella durante la pandemia.
Conclusion:
A pesar del tiempo transcurrido, continúan los problemas relativos al estado de las escuelas, que son los elementos más fundamentales y necesarios para la continuación de la educación en la zona del terremoto, y al alojamiento de los estudiantes y los trabajadores de la educación. Considerando la gran destrucción y los daños causados por el terremoto, todavía no hay una planificación concreta sobre cómo podrán continuar sus vidas los profesores y alumnos sin hogar y cómo se solucionará el problema del acceso a la educación.
Es inevitable que un periodo de interrupción del proceso educativo repercuta en toda la vida educativa. Mientras se adoptan medidas para mantener la educación en entornos sanos y seguros en la zona del terremoto, es necesario crear entornos de estudio y prácticas para los alumnos, coordinar estos entornos por profesionales y seguir de cerca a los alumnos afectados por el terremoto.
Se pueden reconstruir las ciudades destruidas por el terremoto, se pueden reconstruir los edificios destruidos, pero está claro que el dinero por sí solo no bastará para devolver la esperanza a la gente. Si bien el dinero constituye una herramienta importante, los habitantes de la región deben sentir más el sentimiento de humanidad que proporciona sentido a la existencia humana. La manera primordial de conseguirlo es adoptar medidas para acelerar la producción de soluciones permanentes a los problemas experimentados en todos los ámbitos de la vida social, especialmente en la educación, garantizando la participación directa de la población y de los sindicatos en los procesos de toma de decisiones.