Arpit Mago
Colegio de Medicina Jawaharlal Nehru Belgaum – INDIA
La democracia -Demokratia, con su nombre conocido entonces- fue una forma de gobierno introducida por primera vez por Clístenes en el 507 AC en Atenas. Abraham Lincoln lo llamó la forma de gobernación por y para el pueblo. Platón subrayó que la transición a la democracia nunca ha sido fácil, pasamos de la aristocracia a la timocracia y de la timocracia a la oligarquía/monarquía y por último se lanzó una revolución democrática. No obstante, ya en la época anterior a la pandemia, lo que experimentamos era una regresión democrática, especialmente en las sociedades políticas que sufrían de los inconvenientes politicos de la polarización creciente y la disminución del respeto a las opinions liberales.
La pandemia de coronavirus agitó al mundo entero, especialmente en estos tiempos poco favorables en los que las disputas poco edifi cantes han estado marchitando la esencia misma de la democracia, de manera muy parecida a la era de la Guerra Fría. Ha dado un impulso a los fanáticos autocráticos para centralizar el poder y disfrazar las medidas autoritarias como las medidas adoptadas para luchar contra la pandemia. Las potencias de emergencia fueron utilizadas por los regímenes represivos con el fin de satisfacer sus intereses políticos. El PM de Hungría, Victor Orban llegó incluso a promulgar una ley aprovechando su mayoría parlamentaria bruta declarando un estado de extremo peligro y castigando a todos aquellos que critican las decisiones administrativas para limitar la pandemia. La situación en Filipinas no ha sido diferente, pues la administración del Presidente Rodrigo Duterte recurrió a detenciones masivas y a la violencia estatal que puso en jaque las libertades civiles.
En el mundo entero, los gobiernos han utilizado esta pandemia como una oportunidad para aprobar leyes cruciales sin debates efectivos, sin supervisión parlamentaria y sin la participación de los ciudadanos. Las aplicaciones de rastreo de contactos destinadas a detectar posibles pacientes positivos han servido para crear un estado de vigilancia digital que infringe el propio derecho a la privacidad. Incluso numerosos países consideran la posibilidad de cancelar las elecciones en su conjunto o, al menos, retrasarlas durante meses para consolidar el poder. En todo el mundo, el aumento de la censura y la transmisión selectiva de información, con un subregistro de las cifras de casos y muertes, se ha convertido en una norma. Lo irónico es que esto se justifi có con el pretexto de mantener la calma, como sugirió Donald Trump, el presidente de los EE.UU. minimizando el riesgo por completo. Por otra parte, los líderes autocráticos aprovecharon esta oportunidad para propagar la opinión de que los países autocráticos como China manejaron la pandemia mejor en comparación con las democracias estables y maduras como los EEUU o Francia. Pero en gran parte prefi rieron mentir, ignorando los éxitos de países como Nueva Zelanda, Australia, Corea del Sur e incluso Taiwán.
Es cierto, en las democracias hacer algo puede llevar más tiempo y energía, pero las democracias prestan atención a todas las voces y delibera sobre cada idea utilizando un enfoque pragmático. Por otra parte, las autocracias cancelaron los derechos humanos e incluso la alerta científi ca temprana de los intelectuales sobre las consecuencias de un cierre desastroso se quedó como las voces que claman en el desierto. La ignorancia acerca de los impactos de posibles enfermedades en la salud ha puesto en peligro y seguirá poniendo en peligro la salud y el bienestar de la gente a costa de la lujuria de ampliar la autoridad y la superioridad.
La democracia expresa la voluntad del pueblo, garantiza la transparencia, los derechos de los ciudadanos y gestiona cualquier situación desfavorable de la mejor manera posible. Sin embargo, en las ideologías excluyentes de los regímenes autoritarios sólo se permite funcionar y prosperar a los que siguen la línea del gobierno. Mediante la competencia efectiva y la ayuda legislativa a organizaciones como las comisiones de Competencia se asegura que los espacios de mercado no se conviertan en un blanco fácil para el monopolio, duopolio o tripolio. Mediante un sistema efi caz de controles y equilibrio en tres pilares; Legislatura, Ejecución y Poder Judicial, se permite a todas las personas libertad de expresión, de profesión y de religión independientemente de su casta, religión o creencia. A través de mecanismos institucionales como LOKPAL, CBI, etc., se puede controlar la corrupción y hacer responsables a la traición. Las leyes protegen a las sociedades de los altos niveles de privación contra los demagogos, y protegen la soberanía compartida que permite a la comunidad internacional actuar en caso de violaciones generalizadas de los derechos humanos por parte de los líderes nacionales, en las sociedades autocráticas ninguna de esto es posible.
El cambio climático, la destrucción del medio ambiente y la crisis de la biodiversidad, el aumento de las desigualdades, las catástrofes económicas, el auge del populismo, las crecientes tensiones geopolíticas, los efectos de la creciente globalización y los continuos confl ictos religiosos y étnicos, tales como las protestas de Black Lives Matter en los Estados Unidos, constituyen el telón de fondo contra el que ha estallado la pandemia Covid-19. Aún así, nada es tan tenebroso como parece. La pandemia ofrece una oportunidad a la democracia global para que evolucione como una democracia establecida y desarrollada. El objetivo debería ser aumentar el poder de negociación colectiva, la soberanía y abordar los desafíos compartidos del futuro y no sólo limitarse a las elecciones. Pero es necesario comprender que retener los principios de la democracia no es sólo responsabilidad del gobierno. Las redes basadas en intereses, los ciudadanos y las organizaciones regionales deberían tomar medidas colectivas con el fi n de afi rmar los ideales democráticos.
Los días de los dictadores ya han pasado. En la actualidad tenemos líderes elegidos democráticamente que practican la democracia autocrática, pero no debemos perder la esperanza como dijo Reinhold Niebuhr.
“La capacidad del ser humano para la justicia hace que la democracia sea posible, y la inclinación del ser humano a la injusticia hace que la democracia sea necesaria“.